El Pacto, la cruzada y la mezquindad

Los tres principales partidos políticos no han desterrado de su seno las peores prácticas políticas, una de las cuales ha sido la anulación.

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Ni los perredistas ni los priistas y mucho menos los panistas son las hermanas de la caridad. Desde que comenzó la alternancia, en Baja California en 1989 con el panista Ernesto Ruffo, en 1997 con el perredista Cuauhtémoc Cárdenas y en 2000 con la salida del PRI de Los Pinos, si algo ha caracterizado a los tres principales partidos políticos es que, más allá de sus diferencias y matices ideológicos, no han desterrado de su seno las peores prácticas políticas, una de las cuales ha sido la anulación.

El Pacto por México vino a ser una fórmula de acuerdo político que por unos meses generó amplias expectativas para salir de la parálisis a la que el país estuvo sometido durante tres sexenios.

Lamentable, sin duda, que el presidente del PAN, Gustavo Madero, lo convirtiera en moneda de cambio, porque dentro de las mismas filas azules se asegura que su interés por dinamitar la Cruzada Nacional contra el Hambre y torpedear a la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, y al gobernador de Veracruz, Javier Duarte, no está inspirado en el combate a la corrupción o la defensa de la democracia, sino en mantenerse al frente de ese partido.

Y es que si el PAN pierde la emblemática gubernatura de Baja California, los días de Madero están contados.

Pero no solo eso, el líder panista aprovechó el viaje para cobrarle al PRI la factura por impulsar la reforma en telecomunicaciones de la mano del calderonismo y por operar como ariete de los bancos para frenar la reforma financiera, lo que hace, por lo menos, presumir que los motivos de don Gustavo para achacarle intereses electorales a la Cruzada contra el Hambre son simple y llanamente personales, políticos y económicos.

La ofensiva del PAN nada tiene que ver con el combate al uso electoral de los programas sociales, porque su objetivo es apretar al PRI y a Enrique Peña Nieto para que no peleen Baja California.

Es de terror que a base de las corruptelas de funcionarios menores veracruzanos (contra quienes debe caer todo el peso de la ley) Madero y el PAN pretendan reventar el Pacto y la Cruzada contra el Hambre, que son los mecanismos que, respectivamente, tienen como objetivo concretar las reformas que el país requiere y sacar de la miseria a más de siete millones de mexicanos.

Quieren que fracasen y eso, en el estado de cosas que se vive en México, se llama, simple y llanamente, mezquindad.

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