La reforma energética está a punto de ser constitucional, pues con el voto del Congreso de Quintana Roo suman 13 las legislaturas locales que la aprueban y solo faltan tres para que se cumpla el trámite.

El cambio en el sector energético es prácticamente un hecho.

Consumada como está es muy poco probable que una consulta popular como la que pretende convocar el Partido de la Revolución Democrática en 2015 logre echar para atrás la Reforma Energética; sin embargo, significa mucho más para los perredistas.

Jesús Zambrano y Nueva Izquierda, la corriente mayoritaria en el PRD, tuvieron que renunciar a los acuerdos y al Pacto por México para sobrevivir a sus conflictos internos y para poder llegar en condiciones de competencia a las elecciones federales precisamente del año 2015.

La demanda de una consulta popular para revocar la reforma energética será una demanda que escucharán los mexicanos de manera incesante durante los próximos dos años.

Los Chuchos y sus líderes simplemente no podían abstenerse de pretender encabezar esa demanda, porque de hacerlo le hubieran dejado esa bandera en exclusiva a Morena y a Andrés Manuel López Obrador.

Desde el comienzo de la actual administración, el tabasqueño López Obrador enfocó todas sus baterías contra la reforma energética con la certeza de que el tema del petróleo es prácticamente un dogma para amplios sectores de la sociedad mexicana. 

A diferencia de otras elecciones intermedias, las de 2015 tendrán un contenido extra que polarizará la competencia y, evidentemente, el voto de la izquierda será contra la Reforma Energética y tanto el Partido de la Revolución Democrática como el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el Partido del Trabajo (PT) y Movimiento Ciudadano (MC) quieren llevarse la mayor tajada de sufragios.