El silencio de una voz

“El diablo, fue al mar/ a buscar la historia del hombre/ pero no había agua/ Dios se la había bebido/ Juan Comodoro buscando agua..”

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“El diablo, fue al mar/ a buscar la historia del hombre/ pero no había agua/ Dios se la había bebido/ Juan Comodoro buscando agua/ encontró petróleo/ pero se murió de sed/.  Este es uno, del manojo de ensueños en que penetró con aguda complicidad del canto a la timidez. De una voz rasposa y emblemática que impuso, a un estilo de poesía fresca e irreverente, desde la década de los 60´s hasta el 2011 en que perdió la vida. Esta fue la inconmensurable cruzada de Facundo Cabral, en su travesía por el mundo. Un canta autor argentino que cuando partió de casa, su madre lo acompañó a la estación y cuando abordó el tren le dijo: “Este es el segundo y último regalo que puedo hacerte. El primero fue darte la vida, el segundo la libertad para vivirla”.

Hoy es extenso el silencio de una voz apagada hace tres año, en  la distancia guatemalteca  donde encontró el regocijo eterno. Facundo Cabral, cayó abatido por unas balas equivocadas en su persona y una puntería certera en su destino. Cuando su sangre brotó al cosmos, estoy seguro, que tomó el caudal de un rio habitado por mariposas al recuerdo silencioso de aquel hombre que un día le canto al orbe: "No soy de aquí/ ni soy de allá/no tengo edad/ ni porvenir/ y ser feliz/ es mi color/ de identidad". 

Con los años y casi todo el mundo recorrido, su fuego ganó en calidad porque antes quemaba y ahora ilumina. Facundo Cabral nos heredó que el canto y la poesía, escritos en la espontaneidad sencilla de la metáfora, pueden ser un bálsamo para el espíritu y un tónico para el alma. Es el retorno a creer de nuevo en el hombre, por el hombre y a rescatar la confianza en el lobo interno que tenemos dentro.

Tejió palabras de mariposas anecdóticas de fe. Hay de aquel ramillete de expresión bienhechora. Y de aquel soliloquio que encuentra en el canto  la alegría.Las albricias de las buenas nuevas,  con que nos deleitaba Facundo Cabral: "Cada mañana es una buena noticia, cada niño que nace es una buena noticia, cada hombre justo es una buena noticia, cada cantor es  una buena noticia, porque cada cantor es un soldado menos". Y en el recuerdo al amor materno Facundo añadía: "Todo esto y mucho mas lo aprendí de mi madre.Se llamaba Sara, la elegí como madre por la misma razón por la que Dios la eligió como hija.

La parábola del “Nazareno”  ilustra cuanta riqueza  se puede tener en  derredor y  distraernos con actitudes vánales. He aquí el mensaje: “Dios tomó forma de mendigo y bajó al pueblo para acercarse a la casa del zapatero y le dijo: Hermano, soy muy pobre, no tengo una sola moneda y encima mis sandalias están rotas, si tú me hicieras el favor. A lo que el zapatero le interrumpió: ¡Aquí todo el mundo viene a pedir y nadie a dar! Dios le dijo: Yo puedo darte todo aquello que tú necesites.

¿Tú podrías darme un millón de dólares para que yo sea feliz? Yo puedo darte diez veces más que eso a cambio de algo; a cambio de tus piernas. A lo que el zapatero le respondió: para que quiero yo diez millones de dólares si no voy a poder caminar sólo. Puedo darte, continuaba el señor, cien millones de dólares a cambio de tus brazos. El zapatero inquieto le dijo: ¿Qué puedo hacer yo con cien millones de dólares si no voy a poder comer solo? El señor le hizo la última oferta al zapatero. Te daría mil millones  a cambio de tus ojos.

El artesano, asustado ante el mendigo le respondió. Que hago con mil millones de dólares si no podría  ver a mi mujer, a  mis hijos, a mis amigos. Entonces el señor le respondió: ¡Ah, hermano!, ¡hermano!, que fortuna tienes y no te das cuenta”.  Mi malogrado Facundo con tu partida, se  apagó el silencio de una voz para liberar tu recuerdo inmortal, juglar de América. Ciudadano del mundo. Viajero cosmogónico de las estrellas. Hasta otra ocasión en que los arboles traigan de nuevo tu canto que reivindique el mundo.

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