Llego esta semana a mi colaboración número 20 con Novedades Quintana Roo, y para este artículo he decidido dejar de escribir de aspectos técnicos y compartir con ustedes una reflexión personal, como respuesta a un documento muy bonito que acabo de leer.

En diciembre del año 2013, la Organización Mundial de Turismo publicó uno de los libros más interesantes que he visto acerca del impacto que tiene el turismo en las personas, titulado: “Tourism Stories: How Tourism Enriched my Life”.

Los profesionales del turismo estamos acostumbrados a recibir de esta institución documentos con estadísticas, análisis de impacto, estrategias de desarrollo y demás informes técnicos que nos ayudan a comprender el análisis del turismo desde diferentes perspectivas. Pero la lectura de este libro (que les recomiendo descargar de la página web de la OMT) debe también ser clave para la reflexión de quienes nos dedicamos a trabajar en el sector.

¿Por qué? En 35 páginas, y con un total de 14 entrevistas a actores tan diversos como gerentes de hotel, líderes locales, colaboradores de ONG’s, guardaparques y comunidad local, entre otros, Anita Mendiratta, la autora de la publicación, recoge las opiniones acerca de un tema muy poco evaluado en el turismo: el cambio de vida y hábitos de los profesionales que trabajan en el sector y la forma en cómo, a través del turismo, han mejorado no sólo sus ingresos, sino sus vidas en general.

No hablaré a detalle del libro porque sería un análisis frío de un documento que vale la pena revisar personalmente. Pero la lectura del mismo me ha dado la posibilidad de preguntarme a mi mismo, ¿qué me ha dado a mí el turismo?

Después de casi 10 años de vivir en este maravilloso lugar conocido como Caribe Mexicano, puedo confesarles que a mí el turismo me ha cambiado la vida; mi trabajo me ha permitido conocer lugares extraordinarios, experiencias únicas y gente muy valiosa, de la que he aprendido que no hay otra forma de hacer las cosas más que con pasión.

Puedo asegurar sin lugar a dudas que el turismo me ha hecho una mejor persona. Desde mi labor como académico, investigador, consultor, miembro de organizaciones sin fines de lucro y promotor de las bellezas de este lugar, el trabajo en turismo ha cambiado mi forma de ver la vida, y me atrevo a compartir con ustedes de forma muy breve lo que he aprendido de este sector tan noble.

He aprendido a respetar nuestros recursos naturales: nadar con el tiburón ballena, observar el desove de las tortugas y participar en liberaciones; conocer fenómenos como la cueva de las serpientes colgantes; adentrarme a la selva del centro y sur del estado, explorar cenotes y cavernas, bucear en los arrecifes, y saber que todo está conectado y que estos recursos son tan frágiles, ha generado en mí un cambio de mentalidad y proactividad para mantener estos recursos. 

He entendido que todas las opiniones son valiosas: desde gente de la comunidad, empresarios rurales, trabajadores de todos los niveles, funcionarios internacionales, nacionales y estatales, directores de empresas exitosas, colegas de organizaciones civiles, consultores y expertos en el tema, todas son importantes para gestionar el turismo, no puede haber turismo sin escuchar a todos y generar beneficios para todos.

He comprendido que la verdadera cultura maya no está en las zonas arqueológicas: está viva, en diversas zonas del Estado y de la Península, donde se conservan tradiciones y costumbres, donde la gente tiene una visión distinta de la vida, donde el turismo realmente puede hacer una gran diferencia.

Finalmente, he crecido. Como profesional sin duda, he aprendido y sigo aprendiendo día a día; pero he crecido más como ser humano, y soy una prueba, como seguramente lo serán todos ustedes, de que el turismo ha “enriquecido mi vida”, como menciona el título del libro que les he recomendado.

Me gustaría que leyeran este documento, reflexionaran y compartieran conmigo sus conclusiones.