El x’la maestro

Sé que el Dr. Godoy ha emprendido serias iniciativas contra el acoso escolar, lo sé porque me produjo tres obras al respecto y las llevamos a las escuelas.

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Cuando el Dr. Raúl Godoy me invitó a escribir una obra sobre el bullying, la crítica fue pareja;  alumnos, maestros y papás ejercían bullying sobre los niños: “Fórmate  detrás del gordito, ese que tiene su pelo parado, el morenito  ese con cara de salbut”, “Maestra, mi hijo no se va a poner short en educación física porque están cacalitas sus piernas, a lo burlan”. En la escuela Guadalupe Victoria, en el Roble, hay un maestro que hace bullying a un alumno porque  habla “muy” yucateco. Pasa al niño a leer frente al grupo, mientras él se ríe y les dice a los alumnos que por eso nos burlan a los yucatecos en el resto del país, porque hablamos así. Les dice a los niños que se rían y no hablen “aporreado”, pues serán objeto de burla nacional. Habiendo tantos libros que ilustran el español yucateco, semejante grosería, viniendo de un docente, es inconcebible. El maestro ataca directamente la identidad del niño, su cultura. Estoy de acuerdo que lo corrija en la pronunciación de las palabras, pero no que haga escarnio y enseñe a los otros a burlarse de algo tan particular como nuestra forma de hablar.

Sé que el Dr. Godoy ha emprendido serias iniciativas contra el acoso escolar, lo sé porque me produjo tres obras al respecto y las llevamos a las escuelas. Vale la pena reforzar en casa la autoestima de las niñas y los niños. Preguntarles, ¿cómo te fue hoy en la escuela? Pero preguntar con interés, mirándolos a los ojos y no mientras vemos la televisión o preparamos el almuerzo. Recordarles que son importantes, que el maestro es una autoridad pero autoridad no es sinónimo de poder absoluto; generar ambientes de confianza donde expresen sus preocupaciones, no minimizar sus intereses ni temores. No hay manera de tenerlos siempre a la vista, nunca faltará algún patán que agreda a un niño, por eso es importantísimo que los pequeños tengan claro que son importantes para su familia y que lo que ocurre en su entorno, si lo agrede, no es correcto y menos viniendo de un maestro.  Lo peor de todo es que el sujeto es yucateco. ¡Qué ganas de decirle dos o tres palabras en maya, seguro las entenderá y se sentirá ofendido, tal como nos ofende a muchos su enorme ignorancia y la agresión estúpida que ejerce sobre sus alumnos! Sabe maestro, yo soy una yucateca que ama y estudia los distintos acentos de nuestro pueblo, quizá porque mi maestro de teatro me enseñó a  escuchar  las distintas  musicalidades  que hay en el habla de cada región, y la nuestra es valorada y celebrada precisamente por eso. Se lo dice alguien que ha construido su teatro con base en ello y nadie se ha burlado de mí; al contrario, me han abierto las puertas en Estados Unidos y Europa. ¿Cómo ve?

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