Elecciones 2015

De la agenda de la gran mayoría de los candidatos están ausentes las propuestas y abundan las descalificaciones personales.

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No es objetivo de esta columna hablar de política, ya bastantes hablan de ella y, honestamente, lo hacen mucho mejor que un servidor. Sin embargo, inmersos como estamos en un proceso electoral de trascendental importancia y ante una responsabilidad social que no deseo ni debo evadir, quiero ser congruente con el título de esta columna: Construyendo.

Decidí usar esta palabra, no solamente por mi profesión de ingeniero civil y mi vocación empresarial como constructor, sino porque el término es aplicable también a la construcción positiva de una comunidad fuerte y participativa que se define a sí misma y determina exitosamente su futuro, valores en los que creo y con los que me identifico.

Numerosos amigos y amigas me manifiestan su hartazgo e insatisfacción de la política y la decepción que les provocan sus actores principales, sentimientos que comparto muchas veces, pero cuya consecuencia me preocupa. Y me refiero a que, como reacción natural y comprensible, las personas suspendan por completo su participación en las decisiones que a todos nos corresponde tomar con responsabilidad.

La molestia generalizada alcanza mayor dimensión cuando, como ahora sucede, de la agenda de la gran mayoría de los candidatos están ausentes las propuestas y abundan las descalificaciones personales. Me pregunto qué valor tendría alcanzar una posición de liderazgo y qué beneficios podría generar hacia la sociedad una persona que lo único que pudo comunicar efectivamente a los ciudadanos a quienes pretende gobernar es que su contrincante era una peor opción que él o ella misma. Y es que a fin de cuentas, con ese mensaje nos estamos quedando y terminaremos “eligiendo al menos malo”.

Por eso deseo hacerte una invitación a revisar muy bien, a hacer un ejercicio de evadir por un momento esa superficie plagada de fotos, espectaculares, publicidad pura, directa y a veces estridente, pero que no aporta nada, y profundizar un poco en el contenido de las propuestas, las pocas o muchas que hubiere y que provengan de cualquiera de los candidatos a alcalde y diputados tanto estatales como federales. Revisa, elabora una lista, ponle valor, rechaza las descalificaciones y quédate con lo valioso, que, aunque te parezca poco, es posible que exista.

Si después de ese análisis tienes sugerencias a sus propuestas, o deseas hacerle alguna propuesta que él o ella no estaban considerando, escríbele un correo electrónico, llámale por teléfono, busca dentro de tu agenda y la del candidato un espacio que permita un encuentro personal y la comunicación directa de tus inquietudes.

Me permito sugerirte que si eres invitado a un evento para conocer a un candidato, aun si ya tuvieras una preferencia definida y no fuera por esa persona, asistas, escuches y lo más importante: hables.

Rechaza la descalificación y exprésate, que tu voz se escuche, clara, fuerte, digna, profesional, pero sobre todo positiva y respetuosa. Con tu voz, la mía y la de todos, vayamos construyendo.

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