Elecciones: no tan evidente (1)

El actual sistema político sólo puede producir gobernantes con bajo apoyo social, rara vez alcanzando el 50% de los votos.

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El mensaje más sonoro de las pasadas elecciones locales fue el rechazo de los votantes a los gobernadores. Siendo los más del PRI, no es de extrañar que éste haya resultado el gran derrotado de los comicios. Pero más allá de los resultados, estos procesos revelan algunos de los más graves problemas del sistema político mexicano.

Tal como se preveía, la gran mayoría de los gobernadores fueron electos por una minoría de los votantes. Once de doce. La única excepción fue el de Tamaulipas, electo con el 50.15% de los votos. En cinco de ellos, el vencedor obtuvo menos del 40% de los votos. Se destacan Oaxaca, Tlaxcala y Veracruz, con el 32, 33 y 34%, respectivamente. Esto significa que en todos los estados menos uno, al momento de tomar posesión, el gobernador lo hará contra la voluntad expresada en las urnas de la mayoría de los ciudadanos. Aquéllos con las votaciones más bajas tendrán a su favor a menos de la tercera parte de los ciudadanos, gobernando contra el voto de más de dos terceras partes de los electores.

No se trata ya de dirimir si las reglas de competencia son aceptadas por los contendientes y si, en consecuencia, sus resultados deben ser legalmente reconocidos. Esto es así hace mucho tiempo. El problema real radica en que las reglas electorales no pueden ser sólo vistas como mecanismos justos para ordenar la disputa de diversos aspirantes a obtener un cargo. No se trata de cuidar los derechos ni de ganar la aceptación de los contendientes, sino de valorar el efecto social de este sistema. Gozar de un apoyo social mayoritario no sólo debe ser una condición básica para gobernar, sino que también da al gobernante un respaldo eficaz en la implementación de un programa político aceptado en las urnas. Un gobierno sin mayoría social carece de capacidad para ejecutar sus políticas de gobierno. Enfrenta a cada paso el rechazo social mayoritario. Y el actual sistema político sólo puede producir gobernantes con bajo apoyo social, rara vez alcanzando el 50% de los votos.

Ha llegado el momento de desechar el perverso sistema de elección por mayoría relativa. Sólo si los gobernadores son electos por los congresos, y éstos a su vez integrados proporcionalmente a las preferencias de los electores se lograrán gobiernos democráticos, mayoritarios y eficaces.

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