Emoción en estado puro

El hombre mexicano tiene miedo a decir eso que en verdad siente.

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Las lágrimas de los políticos no ruedan todos los días ni en cualquier lado. Son indicadores contundentes de que el asunto que las motiva les llega hondo. Hace unos días vi en un noticiero matutino la presentación de medidas de seguridad para un mayor control de armas de fuego en Estados Unidos. Conmovidos, vimos a Barak Obama en llanto, un presidente mostrando su lado humano y quebrado al recordar a los niños muertos por la violencia. 

En septiembre de 2015, John Boehner, Marco Rubio, John Kerry y otros congresistas mostraron su emoción hasta las lágrimas ante las poderosas palabras del papa Francisco, que tocaron las fibras más sensibles en el Capitolio americano.

Otro que es famoso por mostrar sus sentimientos en público es el ex presidente de Brasil Luiz Inacio Lula da Silva. Mientras dirigía su mensaje en la toma de protesta, Lula lloró al decir que no tenía título universitario, pero sin embargo recibía su primer título: el de presidente de la nación de Brasil. 

Durante su gestión, en repetidas ocasiones le vimos llorar emocionado.

Cada vez es más frecuente ver valores considerados como “femeninos” en el contexto político internacional. Creo que la “feminización de la política” no tiene que ver con que haya más mujeres, sino que la expresión se acerca más a lo que significa que los políticos sean capaces de mostrar sentimientos. 

En México aún estamos lejos de ver las emociones de los políticos varones en estado puro. ¿Cómo sería en nuestro país que un presidente o los congresistas mostraran sus emociones? Seguramente, sería motivo de burla, de chistes y muchos memes en redes sociales. Así es nuestra cultura, los hombres nunca han tenido permiso de llorar.

Hace más de 50 años escribió Octavio Paz en el Laberinto de la Soledad que el mexicano puede doblarse, humillarse, agacharse, pero no rajarse. El hombre mexicano tiene miedo a decir eso que en verdad siente. Es apasionado por naturaleza, pero siempre tiene miedo a mostrar sus emociones; las guarda sólo para algunos y en contadas ocasiones. 

Aunque nos emocione escuchar a Obama o al papa Francisco en el exterior, hoy en casa, culturalmente hablando, seguimos con muchos paradigmas por cambiar. Mientras tanto seguirá aplicando la norma de mejor callar, que llorar y ser observado. Yo sólo estaba pensando...

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