El tema en boga de la transición es el de los “espacios”, es decir, quiénes ocuparán los cargos públicos de la nueva administración en manos de Carlos Joaquín González, quien asumirá en septiembre. Ya suenan nombres, hay propuestas en la mesa y se irán incorporando otros en diferentes niveles operativos conforme avanza el proceso. 

Lo cierto es que el gobernador electo tiene la oportunidad de conformar un gabinete no sólo de políticos, también de ciudadanos. Tanto los dirigentes del PAN como del PRD prevén nombramientos en los próximos días no únicamente de perfiles de ambos partidos, sino de otros –incluido el PRI–, así como de actuales servidores públicos con buen desempeño. Sería, pues, un gobierno plural. 

“Cuando iniciamos pláticas con Carlos Joaquín no establecimos compromisos ni porcentajes. Nosotros cumplimos con aliarnos, postularlo junto con el PAN, enriquecer la plataforma y promover el voto. Pero sólo a él le corresponde gobernar. Nombrar al gabinete le corresponde sólo a él (al gobernador electo)”, sintetiza al respecto Emiliano Ramos Hernández, dirigente del PRD en Quintana Roo.

La coyuntura es propicia para profundizar en torno a quiénes designará Joaquín González, porque esta semana, Eduardo Martínez Arcila, dirigente estatal panista, “candidateó” a Julián Aguilar, Alicia Ricalde, Faustino Uicab, Róger Cáceres, Trinidad García Argüelles, entre otros, quienes si bien compitieron y no ganaron, “llevaron un caudal importante de votos, apuntalando el triunfo”, sostuvo el líder blanquiazul.

No obstante, Ramos asegura que para el Sol Azteca, por encima de los espacios, están los temas de lo que denomina agenda política, una especie de “visión gubernamental” de amplio espectro, la cual, dice el líder, apunta a fortalecer la democracia participativa, a cambiar el rostro del estado y también de sus políticos. 

Y anuncia: “Lo que plantearemos la próxima semana al gobernador electo son acciones de gobierno, tareas legislativas y prácticas políticas vinculadas a la relación entre poderes, la libertad de expresión, el gasto público, la impartición de justicia, el fomento al campo, la austeridad administrativa, el deslinde de responsabilidades, la libertad sindical, el transporte público y el medio ambiente”.

Entre los ejes más completos -que seguramente será discutido ampliamente- figura uno fundamental para el dirigente: los parlamentos ciudadanos, que buscarían integrar a colegios de profesionistas, asociaciones, universidades, medios de comunicación y otros grupos, para elaborar políticas que beneficien al ciudadano, perfeccionándolas desde el ámbito civil. 

Me parece una propuesta atractiva dado el contexto por el que atraviesa el estado; ese que exhibe una acción más responsable del ciudadano, ahora más interesado por conocer los asuntos públicos y más decidido a cambiar realidades aunque sea “vía protestas”. Si prospera, podría ser una plataforma para darles cabida a aquellos activistas sin voz. Además, le vendría bien a un partido que otrora parecía imbatible y muy solidario con la gente.

Por lo pronto, las negociaciones y los acuerdos están en su apogeo. La sociedad espera ansiosa el cambio prometido y muchos ciudadanos querrán colaborar en los quehaceres asociados al bienestar común.

Desorbitado

En algunos aún prevalece el ánimo de la revancha más que el de la reivindicación. Apuestan, de inicio, por la “cacería de brujas”, más que por robustecer una coalición que ya está prácticamente en el poder. En vez de focalizarse en la justicia, anteponen la venganza en tópicos estratégicos. Si bien algunos no saben qué implica gobernar, los líderes más visibles cuentan con experiencia probada y deben orientar. No desaprovechen la oportunidad.