En el azaroso camino electoral

Desde el prólogo al proceso electoral 2013 han sido días cargados de sensaciones, de mensajes y conductas de todo tipo...

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Desde el prólogo al proceso electoral 2013 han sido días cargados de sensaciones, de mensajes y conductas de todo tipo, el bombardeo con dardos envenenados al contrario como también –puñaladas entre sí–, es difícil detenerse en uno solo de estos pormenores a través de los cuales se refleja la realidad con tirones intermitentes, lo que conmina a los electores atesorar el recuento con lo que rondará en su cabeza a la hora de votar.

La virulencia con que se rechazó el anterior mapa distrital electoral, al sembrar mayores dudas en torno al supuesto triunfo de la oposición con el nuevo –aún en cuanto perdiera Quintana Roo comunidades en el lío limítrofe con Campeche–, creyendo que de la respuesta del Ieqroo dependía que los miembros del par-lamento local que se sientan en las curules de la oposición al PRI, fueran mayoría y ejercieran la representación del Congreso.

En sí, el mapa electoral de Quintana Roo que conforman los 15 distritos se adecuaron al grueso poblacional, por ello, de los cinco distritos que tenía Othón P. Blanco, solamente se le dejaron dos; el tercero es para Bacalar; el cuarto se integró a José María Morelos y Felipe Carrillo Puerto; el quinto abarca Tulum y la parte sur de Solidaridad; el sexto es para Playa del Carmen; el séptimo, para Cozumel; del 8 al 13 pasarán a Benito Juárez; el 14 lo compartirá Benito Juárez con Isla Mujeres, mientras que el 15 lo conformarán Leona Vicario y Lázaro Cárdenas.

Algunos no reaccionaron a cabalidad ante lo enquistado de lo ajeno, quizá por imaginar el predicamento de verse sin distrito y diputa-do propios –postrados y dependientes del voto de otros–, ante las macabras dudas que inocula el despojo de la autonomía al descubrir lo que se les está vedando.

Ni siquiera en el caso de que el candidato a quien custodian hubiera obtenido una clamorosa victoria, se pudiera recibir contenta. 

Muchos menos cuando, partiendo de la observación de los hechos sucedidos, existan fundadas dudas sobre su calidad de pertenencia.

Los dos, PAN y PRD, en lugar de entender los cambios sucedidos en la sociedad, en lugar de sentir cómo se les va de las manos el capital político que amasaron en los últimos años, en vez de preocuparse por el derrumbe de lo que en la víspera parecía una fortaleza, en vez de mostrar cautela ante el estrago que han provocado, proclaman la bendición de una voluntad popular que no los asiste de verdad.

La maquinaria tricolor no deja de sorprender a sus adversarios, quienes la han subestimado recurrentemente, porque la oposición descoloca al oficialismo y se ha convertido en un fenómeno de raigambre viral y de odio contra la figura del gobernante estatal en turno, para nada indiferente. Que sin rebuscamientos, ha demostrado una y otra vez su capacidad para encarar con limpieza las situaciones más complicadas.

Los papeles se han invertido y sus adversarios no salen del asombro, y es el gobernador quien atrae todas las atenciones. Ni siquiera denostando su actuar se consigue desviar las miradas hacia él. Aunque traten de ocultarlo, los de bandería norteña de la revolución democrática están contra las cuerdas.

Con naturalidad, el gobernador está saliendo ileso de las maquinaciones en su contra, no se enreda con los cables del manido represivo, ha respondido con lo que la nomenclatura gubernamental ha echado mano para atender a los pueblos.Con habilidad política desactivó la bomba que sus enemigos le montaron.

El heredero actual de la corona del estado ya es un hombre reducido, sus rivales lo quebraron emocionalmente. 

Es el primer edil del cabildo de Benito Juárez, al que vemos es un individuo redimido por sus complejos, desencajado e incómodo en el rol que le ha tocado desempeñar. No se le percibe independencia de criterio, no es él quien en realidad lleva el timón.

Es obvio que el poder está siendo ejercido con un manido de ujieres de su tribu junto con paniaguados casacas azules.

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