Enrique Ballesté, autor imprescindible

Toda la obra de Enrique Ballesté coincide en un punto central: la búsqueda de un teatro que incida en la realidad para modificarla.

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Enrique Ballesté ha sido calificado como el “poeta de la revolución que estamos esperando” por Jesús Coronado, del grupo potosino El Rinoceronte Enamorado y quien se considera formado por su estética y su compromiso vital. Luis de Tavira, contemporáneo suyo en la UNAM, considera a Ballesté el “dramaturgo del 68”, porque su trayectoria de moderno juglar resume el espíritu libertario que estallara en aquel año axial. La revista Paso de Gato, que dedicó un dossier a Ballesté y su obra, del cual saqué las definiciones anteriores, lo llamó “maestro del teatro en libertad”.
Y podríamos citar mucho más sobre Enrique Ballesté para concluir en que todo coincide en un punto central acerca de su obra: la búsqueda de un teatro que incida en la realidad para modificarla. 
Si, en sus “Tesis sobre Feuerbach”, Marx afirmaba que “los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”, la voluntad revolucionaria de teatristas tocados por aquellas fechas sesenteras llevó a entender la escena como un arma transformadora. 
Hubo distintas prácticas pero una voluntad semejante que no en todos se ha mantenido como ha ocurrido en Enrique Ballesté: la congruencia entre su vida, su pensamiento y su obra llega hasta hoy.
Hasta estos días difíciles en que un infarto cerebral (y solo eso) ha conseguido bajarlo del escenario. Le ocurrió hace poco, mientras en Mérida preparábamos el examen final de mis alumnos de la ESAY con una obra suya, “Puente alto”, la única sin montar. Algo excepcional porque, como él mismo afirmara, “para el teatro independiente, de grupo, contestatario, no había una dramaturgia, había que hacerla y utilizamos la creación colectiva, todo lo hacíamos en plural, nada en singular y éramos de tiempo completo”, lo cual llevaba al montaje de las obras.
Hace algunos años, con gran éxito, el maestro Paco Marín montó en Mérida “Mínimo quiere saber” también de Ballesté. Ahora, 10 de julio en el Olimpo, estrenamos “Puente alto”. Con los cambios necesarios para un grupo de estudiantes, hemos tratado de mantener la fuerza en el tono fársico de un autor imprescindible para el teatro mexicano de denuncia.

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