Eran otros tiempos…

Los tiempos han cambiado y mucho: a principios de la década de los años ochenta, del siglo pasado, el estado de Quintana Roo era una especie de remanso...

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Los tiempos han cambiado y mucho: a principios de la década de los años ochenta, del siglo pasado, el estado de Quintana Roo era una especie de remanso en el que una incipiente clase política local abría camino para sentar las bases de cómo pretendían autogobernarse, tras la conversión del Territorio Federal a entidad federativa.

Las figuras políticas más emblemáticas de aquellos años, sin duda alguna lo fueron Pedro Joaquín Coldwell como gobernador del estado y Joaquín González Castro, alcalde de esta ciudad cuyo slogan de campaña fue “Cancún, cuenta conmigo”. 

Pedro, como lo llamaban sus colaboradores y buena parte de la población, vino a relevar a don Jesús Martínez Ross como titular del Poder Ejecutivo Estatal y lo hizo siendo muy joven, a los 30 años. Su singular edad no fue obstáculo para que su gobierno (1981-87) impulsara con éxito las bases del desarrollo económico y social de la entidad. Muchos lo recuerdan con afecto y nostalgia, pero más que nada por su don de gentes y su sencillez en el trato a sus gobernados, algo que definitivamente se perdió en el limbo que separa las campañas electorales del ejercicio del poder. En otras palabras Pedro fue siempre un gobernador en campaña, sonriente, amable, presto a escuchar y a atender cualquier inquietud que se le planteara. Desde luego no tenía guardaespaldas, si acaso lo acompañaban en sus giras su chofer, su jefe de ayudantes y algunos colaboradores de su gobierno.

En 1983  los estudiantes del Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios 111 (CBTIS) organizamos un foro estudiantil en la sala audiovisual de la institución y decidimos invitar al gobernador para plantearle entre otras inquietudes la necesidad de contar al menos con un módulo del Instituto Tecnológico de Chetumal en esta ciudad, en virtud de que Cancún no contaba con centros de enseñanza de nivel superior, lo que provocaba la interrupción de los planes y proyectos académicos de quienes no tenían posibilidades de continuar sus estudios en otros estados del país.  

Pedro aceptó la invitación, pero faltando una semana para el evento, una tarde vimos que llegó a las puertas del plantel educativo un auto gris plata, del cual descendió el joven político sin mayor protocolo. Asombrados fuimos a recibirlo y con toda la sencillez del mundo nos saludó y pidió que lo lleváramos al salón audiovisual, no sin antes ir a saludar al director escolar. Nos preguntó cuáles serían algunos de los planteamientos y nos ofreció todo el apoyo para la logística del evento. Estrechó la mano de maestros y alumnos que salieron a su encuentro, bromeó con algunos de ellos y luego se retiró. 

El día del evento llegó el gobernador Pedro Joaquín Coldwell con una idea clara de lo que le plantearíamos, nos prometió que el año escolar siguiente el módulo del Tecnológico sería una realidad en Cancún ¡Y así fue!  Era su estilo; pero también eran otros tiempos…  

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