¿Eres un cadáver ambulante?

Nuestro mundo está lleno de cadáveres ambulantes, porque ya no tienen fe en nada. Tal vez alguien los lastimó y usan eso como excusa y bandera para lesionar y lastimar a todo el que se les ponga enfrente.

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“Para verme entre los muertos ya no voy al camposanto; busco plazas, no desiertos para verme entre los muertos. Hay almas que hieden tanto, hay corazones tan yertos; que para verme entre los muertos ya no voy al camposanto”. Es una prosa de Amado Nervo y hoy que es 1 de noviembre, en que inicia el mes de los muertos, que bueno es volver a leerla, para ver cuántos cadáveres están deambulando a nuestro alrededor.

Los cadáveres ambulantes son personas que han perdido la fe, el amor y la esperanza, porque con sólo verles la cara uno ya sabe que llevan en el alma “el hastío de la vida”. Personas que no quieren a nadie, y lo que es peor, no quieren que se les quiera. Sienten que externar sus sentimientos y sus emociones es perder su masculinidad y mostrar su alma al descubierto es para seres inferiores.

Y sin darse cuenta son la causa de infelicidad para los que tienen cerca, en vez de ser para sus familiares y semejantes motivos alegría, paz y tranquilidad.

Uno sale a la calle y se encuentra con los cadáveres ambulantes, esos que piensan que el mundo es una conspiración en contra suya, y esto los hace vivir cerrados, hoscos y continuamente llevan una vida llena de desconfianza y de temor. Ven en los demás un enemigo en potencia, y apenas uno los saluda afilan la lengua para lesionar y lastimar con sus opiniones o palabras mordaces y agresivas.

Son sujetos que todo lo quieren para ellos, y nada están dispuestos a dar a los demás. Se les ha olvidado que el servicio es la máxima expresión del amor y servir es la única forma de ser feliz en este mundo. Son cadáveres ambulantes, y cuántas veces nos topamos con esos seres que nunca tienen una palabra amable para nadie, y sí tienen la lengua viperina para agredir y lastimar. Porque viven hurgando en la vida de los otros, en vez de vivir bien su propia vida. 

Son seres que se creen perfectos e incorruptos, pero lo son en su egoísmo y en su falta de dar amor y comprensión. Viven para ellos, y su egocentrismo es lo único que los alienta para continuar en su vida, con una miserable existencia. Son injustos con el prójimo, aplastan a sus semejantes y usan a las personas para obtener las cosas; cuando deberían usar las cosas para obtener a las personas.

Nuestro mundo está lleno de cadáveres ambulantes, porque ya no tienen fe en nada. Tal vez alguien los lastimó y usan eso como excusa y bandera para lesionar y lastimar a todo el que se les ponga enfrente.

No han entendido que la fe genera felicidad, y ésta es dada por el amor manifestado en obras con nuestros semejantes. Viven con las arrugas en la frente, con un gesto agresivo y amenazador. Su cara es como un cuchillo afilado, listo para agredir y cortar la armonía de los demás. Han cerrado en su vida a la puerta de la esperanza, y sienten que llevan su ataúd a cuestas, porque su existencia se les ha vuelto un martirio.

Son los cadáveres ambulantes, que están desfilando a nuestro alrededor, porque han olvidado que la única justificación para nuestra existencia es el amor traducido en obras de bondad. No han entendido que manifestando su amor a sus padres, pareja e hijos, harán que vuelvan a nacer y a resucitar, para tomar un nuevo camino en vivir con felicidad, disfrutando la vida en plenitud.

Hoy tal vez seas otro cadáver ambulante, si no estás generando alegría, optimismo y amor, en las personas que te rodean.
Hay que salir de nuestro egoísmo y empezar por regalar sonrisas e injertar en nuestro prójimo amor manifestado en obras. Todos podemos, si queremos, volver a nacer y disfrutar el hoy y el ahora.

No seamos uno más en las filas de los cadáveres ambulantes, no seamos personas que estén más muertas, que los que ya no tienen vida.

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