¿Eres triunfador o perdedor?

El triunfador es siempre una parte de la respuesta; el perdedor es siempre una parte del problema.

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El fracaso tiene mil excusas; el éxito no requiere de explicación. Cada vez que no logramos algo, tenemos una magnífica disculpa. Porque el mediocre busca instintivamente una justificación para su fracaso y por supuesto, siempre juega el papel de víctima.

Estoy convencido de que en este país no somos católicos, sino más bien adoradores de Alá, en el sentido de que: “a la mejor nos va a ir bien”, “a la mejor nos aumentan el sueldo”, “a la mejor me saco la lotería”, “ala mejor este país avanza”, etc. 

Vivimos en la eterna espera de que las cosas mejoren y salgamos favorecidos. Además, el mediocre juega el papel de víctima circunstancial: siempre le echa la culpa a los demás de su fracaso.

Valdría la pena preguntarnos si somos ¿triunfadores o perdedores? Porque el triunfador es siempre una parte de la respuesta; el perdedor es siempre una parte del problema. El triunfador dice: “Podemos hacerlo”; el perdedor dice: “Ese no es mi problema”. El triunfador siempre tiene un programa; el perdedor siempre tiene una excusa. 

El triunfador ve siempre una respuesta para cualquier problema; el perdedor ve siempre un problema en toda respuesta. El triunfador ve una oportunidad cerca de cada obstáculo; el perdedor ve tres obstáculos cerca de cada oportunidad. El triunfador dice: “Quizá es difícil, pero es posible”; el perdedor dice: “Puede ser posible, pero es demasiado difícil”.

¿Deseas ascender en tu organización?; si eres dueño de tu propia empresa, ¿deseas que ésta progrese? El secreto es resolver los problemas que tienes actualmente, y pedir prestados algunos más a tu jefe o a tu cliente más importante; te aseguro que con esta conducta te convertirás en el candidato al ascenso.

Los problemas vienen a representar los retos de la excelencia. Son la materia prima indispensable que justifica nuestra presencia en cualquier organización. A través de soluciones, los seres humanos nos hacemos indispensables en una empresa, en una familia y en una nación.

Así, en cualquier campo de la actividad humana, el líder muestra su verdadera calidad en la medida en que propicie soluciones efectivas a sus seguidores.

El líder de excelencia es aquel que se adapta a todas las circunstancias y sigue siendo bueno. No importan las adversidades, el buen líder siempre logra lo que desea.

Ser bueno a pesar de tu jefe, empresa, momento económico nacional, tu falta de recursos, etc. es el sello de los triunfadores, los que no esperan que las cosas mejoren para salir adelante, sino que con lo poco que tienen logran realizar sus sueños.

Ahora que empieza el mes de mayo, tenemos que hacernos la pregunta: ¿Somos triunfadores o somos perdedores? Y en nuestra respuesta estará si somos felices o estamos yendo a un fracaso anticipado.

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