Por doquier vemos en nuestra ciudad el avance inevitable en la construcción de vivienda y grandes edificios. La autoridad debe vigilar que esto se realice con el mayor orden posible, al mismo tiempo que fomentar el surgimiento, la rehabilitación, el mejoramiento de espacios arbolados saludables y de convivencia familiar que equilibren o aminoren el impacto de estas edificaciones al medio ambiente. Indispensable si se quiere conservar la calidad de vida que es sello característico de Mérida.

Otras ciudades pagan hoy el precio de la falta de planificación y previsión del crecimiento urbano. Llenas de concreto y ausentes de áreas verdes que finalmente son el espacio más adecuado para la convivencia social.  

Lo anterior me vino a la mente al tener la oportunidad de visitar en estos días dos tipos de acciones gubernamentales que vale la pena replicar. 

La primera es asistir y ver con agrado en lo que se ha convertido el Parque Ecológico del Poniente. Rescate de una antigua “sascabera” que era foco de infección y de inseguridad del rumbo -realizado en la administración del alcalde Luis Correa Mena-  y que ahora es una gran área verde que congrega a cientos de familias en el esparcimiento, el deporte y el ambiente saludable. 

Por cierto que al iniciarse 1991 la administración panista de ese entonces recibió cerca de 150 parques públicos y áreas verdes; la mayoría en estado deplorable. En 2010 las administraciones panistas entregaron cerca de 550 parques y espacios verdes en excelente estado.

De igual forma, es grato notar la red de ciclopistas que en comisarías del municipio se han creado en la actual administración municipal.

Las autoridades de todos los órdenes de gobierno -entre otras acciones- deben continuar creando estos espacios para que Mérida en su modernidad siga siendo la ciudad con calidad y alma que merecemos.