Esperanzas renovadas

Bastan unas palabras pronunciadas de cara a la nación, con énfasis y ciertas dotes de histrionismo, para que reciclemos nuestra fe en el gobernante en turno

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Cada seis años renovamos la esperanza de un mejor futuro, a pesar de que más temprano que tarde nos sintamos defraudados. Nuestro ciclo sexenal equivale al del Ave Fénix, cada 500 años, o al calendario sagrado de los mayas, de 260 días.

Bastan unas palabras pronunciadas de cara a la nación, con énfasis y ciertas dotes de histrionismo, para que reciclemos nuestra fe en el gobernante en turno.

Veamos algunos casos.

Recordamos aquel prolongado, bien elaborado y mejor pronunciado mensaje de José López Portillo, en 1976, en el que convocó a prepararnos para administrar la abundancia, y al concurso de todos para superar adversidades. Seis años después, ante el desastre financiero, nacionalizó la banca, culpó a banqueros y sacadólares, y se exculpó: “Soy responsable del timón, pero no de la tormenta”

Miguel de la Madrid anunció una renovación moral y dejó al país con la peor devaluación en su historia. A Carlos Salinas, la sociedad lo sigue juzgando, no le ha perdonado que los demonios se hayan soltado poco antes de finalizar su mandato.

Ernesto Zedillo prometió “una educación de calidad (…) orientada hacia la libertad y la justicia, hacia el trabajo y el bienestar”. Dieciocho años después, México ocupa el antepenúltimo lugar en educación en el mundo, sólo arriba de Brasil e Indonesia.

Vicente Fox llegó con el nuevo siglo portando los sueños y anhelos de cambio de la mayoría. Entre otras promesas, ofreció a los jubilados “pensiones justas que les permitan vivir con la dignidad que se merecen”. Hoy este sector sólo sobrevive con sus exiguas mensualidades.

Felipe Calderón prometió luchar para “poner fin a la impunidad de los delincuentes que amenazan nuestras vidas y familias, y a la impunidad de los políticos que violentan la ley en su beneficio”. Hoy, campea la inseguridad en buena parte de la nación y la corrupción está más enraizada.

Mañana toca el turno a Enrique Peña Nieto. Hoy conoceremos a los hombres y mujeres en quienes confía para conducir al país hacia mejores estadios. Y aquí estamos, esperando de nuevo la dosis de esperanza de cada seis años. La necesitamos para recobrar la tranquilidad y seguir soñando en el México que queremos.

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