Esta Cuaresma seamos transmisores del amor de Jesús
Fuimos creados a imagen y semejanza de Dios y nos encarnamos en nuestra madre, ahí Cristo hizo el milagro de la vida...
“El amor a la vida no es, en el fondo, sino el temor a la muerte”. Es frase de Schopenhauer y qué bueno es tenerla presente ¿El día de hoy estás ocupado en vivir o se antoja dejar esta vida por todos los problemas que tienes? En esta Cuaresma ¿Qué tanto tienes a Dios en tu corazón o al dinero en tu alma? Si Dios actúa en ti ¿por qué no respondes? Dios no es algo abstracto e ilusorio. Dios es vida, es dinamismo hecho acción, es una energía positiva que nos hace actuar y obrar para el bien.
Fuimos creados a imagen y semejanza de Dios y nos encarnamos en nuestra madre, ahí Cristo hizo el milagro de la vida. “Fuimos hechos con el amor de Dios y transmitidos por nuestro padre físico y encarnados en nuestra madre biológica”.
Dios actúa todos los días en nuestra persona y por medio de nosotros manifiesta su amor. Cuando amamos a nuestros padres, hermanos, pareja e hijos, ahí esta el dinamismo de Dios hecho acción. Dios es la chispa del amor que nos prende para hacer obras buenas, dar aliento, ayuda emocional, afecto y nuestro amor al prójimo. Jesús fue el que trajo el fuego del amor para encender nuestros corazones, y formar con nosotros la antorcha del amor, la paz y la felicidad.
En esta Cuaresma dejemos actuar a Jesús cuando usemos su perdón para sanar y curar a nuestro prójimo, porque la mejor medicina es el perdón. Seremos portadores del amor de Jesús cuando demos comprensión, estímulo y amor incondicional manifestado en obras. Seremos difusores de Jesús cuando dejemos que actué en nosotros para realizar milagros, pues él necesita de nuestras manos, de nuestra boca y de nuestro tiempo. “A Dios no le gusta hacer milagros solo”, necesita de nosotros.
Este amor de Jesús implica compromiso para con nosotros y nuestros hermanos, en aclamarlo y ser partícipe de su amor, dando sin esperar recibir, amando sin esperar que nos amen y perdonando sin desear ser perdonados, porque cuando damos, amamos y perdonamos, es Cristo que está actuando a través de nosotros. Y esta es la felicidad completa, cuando la criatura es tocada por su Creador, cuando Dios actúa y nosotros respondemos con su amor.
Ahora es un buen tiempo cuaresmal para que compartamos el amor de Cristo y seamos promotores de su amor: Empecemos hoy mismo en amar a nuestros padres, ellos están esperando nuestro amor para calentar sus almas entumecidas por la frialdad de la falta de cariño y compañía. Compartamos el amor de Jesús con nuestra pareja, ella esta esperando “sentirse querida, no quiere saberse querida”. Y ese amor lo podremos transmitir a nuestros hijos y hermanos, también tienen sed de nosotros y saciar sus almas con nuestro afecto, cariño y comprensión.
Ser transmisores del amor de Jesús, ese deberá ser nuestro plan para esta Cuaresma, al dar sonrisas y no caras largas; buenas acciones y no agresivas reacciones. Demos a nuestro prójimo palabras de aliento, ayuda al prójimo más cercano, ya sea nuestra secretaria o el pordiosero que hoy acude con nosotros, ¡ahí esta Cristo! Así podremos exclamar al final de nuestros días la frase de Séneca: “Necesitamos la vida entera para aprender a vivir y también, cosa sorprendente, para aprender a morir”.