Estos “maestros”

La pésima imagen que se han creado los “maestros” holgazanes, incapaces, pero con muchos arranques para oponerse a regresar a las aulas, ha calado hondo...

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La pésima imagen que se han creado los “maestros” holgazanes, incapaces, pero con muchos arranques para oponerse a regresar a las aulas, ha calado hondo en el ánimo de la sociedad que constantemente en los últimos días ha tenido que soportar el cierre de escuelas, plantones, secuestros y bloqueo de calles y carreteras. Y entonces han surgido las voces enérgicas de algunos padres de familia ¿Qué tiene que ver el pueblo con las ambiciones de los dueños de la sección 25, que en este momento no tienen ni rumbo? 

El ingenio del pueblo surge como un medio para expresar su desprecio hacia los “educado-res” que han olvidado la ética y el profesionalismo del verdadero educador. Una de esas expresiones me llega en el siguiente correo que debo compartir con ustedes para que vean el grado de exasperación entre la ciudadanía. 

“La semana pasada, llegó un inspector de la Secretaría de Educación Pública a una escuela secundaria de algún lugar de Quintana Roo. Le hizo saber al director de la misma que el motivo de su visita era tomar un reporte de evaluación sobre el conocimiento de los alumnos, principalmente en historia. El director lo llevó a uno de los salones de clase y lo presentó con el profesor Rafael González y le explicó el motivo de su visita. Acto seguido, y después de hacerle saber cómo se haría la evaluación, le pidió que le proporcionara la lista del grupo y el inspector eligió un chico al azar, a quien le hizo la siguiente pregunta: Joven ¿Me podrías decir el nombre de la persona que quemó la puerta de la entrada de la Alhóndiga de Granaditas?

El alumno bajó la cabeza y después de un rato era notorio que estaba muy nervioso; el inspector notó que estaba sudando.

Le dijo: Bueno, si no me puedes decir el nombre, dime al menos su apodo. El joven muy nervioso termina por responder: La verdad no lo sé señor inspector, pero leaseguro, por mi madre santa, que yo no fui.

En seguida otro joven toma la palabra y dice: inspector, yo conozco a Luis desde hace más de cinco años y es uno de los chicos más tranquilos de esta colonia, yo le puedo asegurar que él no fue.

El inspector frunce el ceño y contendiendo el enojo, pues imagina que se trata de una broma, les ordena: Por favor salgan ambos y váyanse de inmediato a la dirección, en un momento los alcanzaré y allá hablaremos.

Los chicos toman sus cosas y abandonan el salón. El profesor González, interviene y le dice al inspector: Estoy seguro que ellos no fueron, ambos son muy tranquilos, y si no se saben el apodo, ni el nombre del que quemó la puerta de la Alhóndiga, es porque ellos no se juntan con pandillas. Estoy casi seguro que eso más bien lo hicieron los del turno de la tarde.

El inspector que ya para ese momento no se puede contener, sale hecho una furia hacia la dirección. Ahí le hace saber al director que levantará un reporte pidiendo la remoción del profesor Rafael González. El director le di-ce muy relajado: Huuuy, señor inspector. Yo le recomendaría que no haga eso. El maestro González, aparte de impartir la materia de Historia, también imparte Biología, Civismo y Literatura, nunca falta a clases y ya lleva aquí 14 años trabajando. En esta colonia no es fácil conseguir maestros; además, mire usted, te-nemos el problema del Sindicato, también se nos echarían encima. Mejor dígame que tan dañada quedó la puerta por el incendio y ve-remos si se puede reparar, y si no pues ya en última instancia, hacemos una cooperacha entre maestros y padres de familia y mandamos comprar una puerta nueva para la Alhóndiga, total, ¿qué tan cara puede salir la puerta esa?”. 

Si bien este tipo de expresiones inconcebibles muestran repudio de la población, los maestros siguen actuando con una irresponsabilidad descomunal que en algunos casos suena insostenible. Y en forma mayoritaria se niegan a ser evaluados en nuestro país.

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