Europa y la convivencia intelectual

Los pueblos europeos han detenido su crecimiento, prueba de ello es la constante reducción del número de hijos en Europa.

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El atractivo que representa la posibilidad de vivir en alguna de las muy desarrolladas naciones europeas occidentales atrae a gran número de personas que intentan lograr unas mejores condiciones de vida para ellos y sus familias. Las oleadas de inmigrantes provenientes de los distintos puntos del planeta han originado grandes tensiones sociales en las sociedades del viejo continente, el desagrado por tener que contribuir a través de sus impuestos a financiar gastos del estado para atender a los inmigrantes ha aumentado de muy diversas formas el racismo y la xenofobia se asoman hoy a la realidad europea. Los conflictos entre la población originaria de Europa y los recién llegados son constantes. 

Theo van Gogh, bisnieto del afamado Vincent van Gogh, fue asesinado en el 2004 por haber realizado el cortometraje Submission, en el que abordaba el tema de la violencia hacia la mujer en las sociedades islámicas; el filme fue calificado de blasfemo por los musulmanes. El asesino le disparó ocho tiros, lo apuñaló repetidas veces, lo degolló y finalmente dejó una carta clavada con un cuchillo en su pecho, en ella amenazaba a los Estados Unidos y aseguraba que las calles de Europa se llenarían de sangre de aquellos que no creyesen en Mahoma. El homicida nació en Holanda y sus padres eran de origen marroquí. 

En el mes de julio de 2005, Inglaterra sufrió una serie de atentados en los que tres bombas estallaron en vagones del metro de Londres y una en un autobús de la misma capital. En el atentado se registraron 56 muertes. Días después la opinión pública quedaba impactada ante la noticia de que dicho atentado no procedía de algún grupo extremista internacional, sino que los terroristas eran nacidos en su propio país, en su mayoría descendientes de pakistaníes.

A finales de 2005 dos jóvenes de origen africano son asesinados por la policía en los alrededores de París; cientos de personas de los barrios marginados en la capital francesa realizan masivas protestas, el entonces Ministro del Interior y posteriormente presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, contribuye a exacerbar los ánimos llamando a los manifestantes “escoria”. Las protestas desembocan en actos vandálicos en los que la quema de automóviles fue el denominador común, llegándose en 19 días de protestas a más de 8,700 vehículos siniestrados y cerca de 2,700 personas detenidas.

Hace unos días en Francia, Leonarda Dibriani, de 15 años de edad, se dirigía a una visita escolar con sus compañeros de clase cuando su autobús fue interceptado siendo detenida por la policía para ser deportada junto con toda su familia a Kosovo, de donde es originaria. Únicamente le faltaban dos meses para poder permanecer legalmente en Francia.La deportación cumplió con todos los requisitos legales, sin embargo cientos de estudiantes franceses protestaron por la forma en la que Leonarda fue detenida, el gobierno se comprometió a no volver a detener a un estudiante en esas circunstancias. Ante el rechazo y la crítica de la sociedad el presidente Francois Hollande ha asegurado que si la niña lo solicita podrá regresar a estudiar a Francia pero sin su familia, a lo que Leonarda se ha negado rotundamente.

Los pueblos europeos han detenido su crecimiento, prueba de ello es la constante reducción del número de hijos en Europa, la tasa de recambio generacional señala 2.1 hijos por mujer como lo necesario para poder mantener la población de un país, es posible observar una marcada disminución en este sentido entre las mujeres europeas. España tiene un promedio de 1.31 hijos por mujer, Alemania tiene una tasa inferior a 1.5 hijos por mujer desde 1983, un 23% de los alemanes cree que el número ideal de hijos en una familia es cero, en Alemania uno de cada tres nacidos es de origen extranjero.

Aparentemente para poder satisfacer el estilo de vida que las parejas europeas consideran el adecuado deciden reducir su número de hijos o incluso mejor aún no tenerlos. Los europeos parecen estar optando por su propia extinción, los inmigrantes menos acostumbrados a altos niveles de vida continúan dispuestos a tener hijos a pesar de las dificultades. Los europeos se encuentran en un grave dilema: no quieren sacrificar su nivel de vida teniendo hijos y dedicándoles recursos, tiempo y esfuerzo; necesitan mano de obra inmigrante que compense la baja poblacional pero al mismo tiempo ven con recelo a los inmigrantes y a su tendencia a tener un mayor número de hijos.

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