Explicación no pedida

Personas iluminadas exponen, con lujo de detalles, pormenores, zancadillas y bajezas por las cuales partidos políticos boicotearon las campañas de algunos de sus candidatos.

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En relación con las pasadas elecciones, he encontrado en los medios una tendencia metafísica que llama la atención: personas iluminadas exponen, con lujo de detalles, los pormenores, zancadillas y bajezas por las cuales partidos políticos ordenaron el voto diferenciado, o de castigo, para boicotear las campañas de algunos de sus candidatos. Inimaginables maquinaciones intramuros. ¡Vaya complot!

Uno supone que estos relatores −en posesión de información confidencial− tuvieron sus razones para callar en su momento y ser parte de la intriga. 

No tenemos los elementos para juzgar lo fidedigno de estas versiones, aparecidas en prensa y revistas. Si éstas son verdad, reflejan el nulo compromiso con los votantes, la artimaña de aprovechar de dinero público para apuntalar una campaña de antemano mal parida y la poca madre de los dirigentes para chantajear partidarios para cambiar de divisa.  

Algo así como exigirle a un fanático del América enfundarse en la playera de las Chivas el día del clásico, ¡a cambio de una chela!  Acto impensable a todas luces, a menos que el correligionario sea un muerto de hambre o un teporocho. 

Si, por otro lado, dichas suposiciones fueran  falsas, es de justicia que el dirigente o candidato agraviados exijan abiertamente una satisfacción. A la fecha desconocemos si  alguna víctima ha confirmado públicamente estas interpretaciones desclasificadas. Si acaso, sabemos de consultas y reuniones en casa de los perdedores para tratar de entender qué pasó. Hasta ahí.  

De cualquier manera, esta “explicación no pedida” por la ciudadanía implica una grave ofensa  al derecho cívico y la autonomía de los mexicanos, porque asume implícitamente la sentencia que los resultados electorales fueron producto de la descomposición interna de los institutos políticos y no producto de la voluntad del ejercicio del elector libre.

Esta columna no está de acuerdo con la mezquina intención de estas afirmaciones oportunistas, resultado tal vez del chayote, intrigas palaciegas o el necio aturdimiento que da abusar de las cubas en la cantina.  El crecimiento cívico del ciudadano está por encima de cualquiera de estos ramplones puntos de vista que pretenden desmerecer su patriotismo y suponer que la pelota se mueve únicamente en la cancha de los políticos.

 ¡Vaya biem!

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