¿Familia, incubadora de violencia?

Niñas y niños, acaso sin que los padres se den cuenta, crecen contemplando el mundo a través de la violencia y replican la misma cuando ya son capaces de tomar decisiones propias

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Uno de los programas en los que la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Yucatán trabaja con denuedo es el de la prevención de la violencia, en la familia y en todos los campos de nuestra vida cotidiana.

Cuando cualquiera desea imponer su voluntad, simplemente dominar a alguien, decirle lo que tiene o no qué hacer, recurre, casi siempre, al uso de la violencia.

Esas actitudes las vemos desde niños que van contra la voluntad paterna hasta quienes para hacer obedecer al hijo o la hija usan su poder, su autoridad de manera negativa, con regaños, amenazas y hasta palmadas en el cuerpo de quien se “rebela” ante la autoridad.

Eso está llevando a nuestra sociedad a un estado que podríamos calificar de normalización de la violencia, algo altamente preocupante porque imponemos, a través del miedo y el terror, daño a quien es violentado y además lastima, obstaculiza el desarrollo colectivo.

Pienso que niñas y niños, acaso sin que los padres se den cuenta, crecen contemplando el mundo a través de la violencia, replican la misma cuando ya son capaces de tomar decisiones propias y así siguen el círculo vicioso que afecta a todos los niveles sociales, pero que se refleja especialmente en el maltrato a la mujer. La Organización Mundial de la Salud considera que en el orbe al menos una quinta parte de las mujeres es objeto de violencia en alguna etapa de sus vidas.

¿Cómo romper ese círculo vicioso?

Educando a nuestros hijos con el positivismo de los valores que distinguen a los seres humanos, haciéndolos sentirse amados, cuando predicamos con el ejemplo, que acatamos las normas que deseamos que ellos y ellas aprendan a respetar. Seamos paradigma en la educación de nuestros vástagos. Alejémoslos de programas de tv, películas etc. que conlleven violencia, evitando nosotros ser ejemplo de la misma.

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