¿Fin de instancias electorales?

Suena como la advertencia de un cataclismo, pero se ha puesto sobre la mesa la posibilidad de desaparecer los institutos electorales.

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Suena como la advertencia de un cataclismo, pero se ha puesto sobre la mesa la posibilidad de desaparecer los institutos electorales. De hecho, se habla de un compromiso de los partidos para contar con un solo organismo que se encargue de todo lo relacionado con comicios federales, estatales y municipales.
 
La propuesta es revolucionaria, ya que se han consolidado los órganos electorales que provocan una sangría a las finanzas, tal como ocurre con el Instituto Federal Electoral (IFE), muy conocido por su bestial inclinación al despilfarro.
 
México se ha caracterizado por tirar la casa por la ventana a la menor provocación, escudándose en una desconfianza mantenida a flote, hagan lo que hagan los profesionales de la democracia.
 
Sin embargo, la intención del presidente Enrique Peña Nieto es centralizar el manejo de los rubros clave, lo que explica el fortalecimiento del IFE para acotar el poder de los gobernadores, independientemente de su filiación partidista.
 
La lectura de Peña Nieto es nutrida en su experiencia como jerarca del estado de México: un gobernador puede maniobrar para que su Instituto Electoral le entregue el resultado a la medida de sus deseos transexenales, ganando la partida al mismo presidente.
 
Incluso, si Peña Nieto palomea el nombre de un candidato a la gubernatura, el mandatario rebelde puede aceptar la imposición, operando para que su delfín gane la partida.
 
Todo, gracias a los muy bien pagados oficios de su burocracia electoral. Peña Nieto conoce muy bien a los gobernadores, y teme mucho más a los de casa por su colmillo retorcido, consolidado desde la prehistoria.
 
Los efectos serán en verdad devastadores para una burocracia que ha sido beneficiada por el poder –concretamente Consejeros Electorales–, por colaborar en el trabajo sucio, inclinando la balanza en forma sutil, e incluso descarada.
 
Muchos ex titulares de órganos electorales ya no tienen que preocuparse por el empleo del próximo año, ya que resuelven sus problemas financieros por generaciones. 
 
Quienes perderán son los miles de empleados de mediano nivel, quienes cuentan con plazas muy atractivas, ya que sus sueldos jugosos son preservados en años no electorales. Son largas las filas que hacen los chetumaleños para pagar el impuesto predial, recurso que será un tanque de oxígeno para el Ayuntamiento capitalino, ante la preocupante falta de respuesta de las instituciones bancarias a la solicitud del empréstito por más de 272 millones de pesos.
 
Los morosos e influyentes son el prietito en el arroz, pero sus nombres son secreto de Estado. Y hablamos de muchos miles de pesos que dejan de captarse y que pueden dar otro respiro a las famélicas arcas.

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