Fiscales digitales

Mucho hemos hablado sobre el desgaste en la credibilidad de las redes sociales, achacándosela a su falta de visión sobre el poder que ostentan...

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Mucho hemos hablado sobre el desgaste en la credibilidad de las redes sociales, achacándosela a su falta de visión sobre el poder que ostentan. Sus usuarios pueden pecar de ingenuos, faltos de memoria y sobreactuados, pero si en algo destacan por sobre otras comunidades, es que no se les puede engañar dos veces… con la realidad en la mano. 

En este año electoral, internet representa un recurso esencial para evitar el engaño al que nos tienen acostumbrado los políticos. Tanto con la mira puesta en junio próximo como en la elección presidencial dentro de tres años, Twitter y Facebook ocultan detrás de cada meme y burla a los traspiés y chismes políticos, pequeños hitos y realidades que desvelan el rostro de los candidatos, la veracidad de sus acciones, y lo que hay detrás de sus declaraciones triunfalistas, y que los algunos “medios tradiciones” repiten hasta el cansancio.  

Esta obsesión por los pequeños detalles y cotidianeidades, antes aisladas por el contexto noticioso “oficial” que se da a las campañas, es la clave para clarificar las intenciones de estos personajes. Las redes sociales sostienen en sus “tweets” y “post” la rienda de los partidos y sus aspirantes, tanto, que son capaces de tumbar candidatos y agendas políticas, siempre y cuando se enfoquen en la realidad, y no en la subjetividad de la crítica sin sentido. 

Los “internautas” tenemos la oportunidad de ser voceros de la realidad oculta para con los ciudadanos que viven “fuera de línea”, en contraparte a los informes de prensa y “declaracionitis” de las campañas. Para ello, es imperativo que las redes sociales asuman su papel de fiscales políticos, como lo fueron en sus primeros tiempos en México, cuando sitios como el extinto “El Sendero del Peje”, movilizaban a favor de tal o cual causa.   

Tomemos como ejemplo al reciente desliz del gobernador de Chiapas, Manuel Velasco. Sobre él se ha “tweeteado” hasta el cansancio sobre su juventud, carrera y próxima boda con una cantante, y recientemente, de la bofetada que propinó a un colaborador durante una gira en diciembre pasado, hecho que causó indignación en las redes sociales; y sobre el cual, apenas el martes expresó una disculpa pública, movido por la presión social.

El rechazo que en internet generan estas frivolidades de la política, debe enfocarse en acciones que transformen los chismes efímeros en señalamientos reales y duraderos, como los recursos que el mandatario chiapaneco ha gastado en su promoción, y que se ha negado a clarificar o explicar, como sí ocurrió con el caso de la bofetada.  

En el momento que vive el país rumbo a le elección federal, los usuarios de redes sociales tenemos la oportunidad para demostrar que somos más que un rosario de memes y acusaciones sin sentido, transformándonos en la plataforma donde los mexicanos recuperemos el control de la política, dentro y fuera de línea. 

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