Uno de los temas de mayor importancia si lo que se quiere es el desarrollo del país lo constituye no sólo el mejorar la calidad de los programas educativos sino destinar los suficientes recursos económicos que permitan  a los educandos acceder a los centros de enseñanza.

Es verdaderamente frustrante para nuestros jóvenes y para sus familias que la falta de espacios en instituciones educativas públicas de al traste con sus proyectos de vida.

El tema cobra relevancia en estos días al enterarnos que nuestra máxima y distinguida casa de estudios profesionales, la Universidad Autónoma de Yucatán, sólo podrá aceptar a poco más del 30% de quienes presentaron examen de admisión a sus diversos planteles para el próximo ciclo escolar. 

Quienes no resultaron admitidos lo fueron –en su mayoría- no por falta de preparación o méritos, sino porque la falta de mayor presupuesto le impide a la institución aumentar la matrícula y crear nuevas carreras universitarias. Fortalecer económicamente a nuestra Universidad debe ocupar tanto a las autoridades gubernamentales  como a la sociedad entera. Ya se sabe que en el caso particular de la Uady no se trata de dinero desperdiciado. La calidad de la educación que allí se imparte está de sobra acreditada.

A quienes no han tenido la fortuna de ser admitidos les queda intentar ubicarse en otras instituciones educativas. El costo que esto implica para las familias impedirá dramáticamente a muchos de nuestros jóvenes continuar su preparación.

Asuntos como éste deben ocupar particularmente a nuestras autoridades locales y específicamente a nuestros legisladores estatales en cuanto a la asignación de mayores recursos económicos a este tipo de instituciones antes que el asunto se torne de mayor gravedad. Este es un tema que bien valdría la pena un consenso de todas las fuerzas políticas y sociales de la entidad.