Continuando con el tema de hace una semana, decía que en cuanto al género, en el caso de los hombres, por lo general se aprende el “ser hombre” de manera de tener que demostrar la hombría y es así que los hombres aprenden a vivir al filo de la navaja, lo que puede llevar a la presencia de cicatrices físicas de las que incluso se sientan orgullosos.

Lo anterior se ilustra con los siguientes datos del INEGI (2011): las principales causas de muerte en hombres de entre 15 y 24 años son las agresiones, accidentes de tráfico y lesiones auto infligidas; esta situación permanece prácticamente sin cambio en la franja etaria de 25 a 34 años, donde las lesiones auto infligidas ceden su lugar a la infección por VIH y en la siguiente década (35-44) el VIH cede su lugar a las enfermedades del hígado, especialmente la enfermedad alcohólica del hígado.

Ahora bien, si hablamos de la salud mental y el manejo de emociones, podemos señalar que los estereotipos de género tienen gran influencia en la expresión de sentimientos y afectos, los cuales se reprimen ante el temor de ser considerados “afeminados”.

Es por ello que los hombres en su mayoría son poco expresivos en sus manifestaciones de afecto y emociones como miedo, inseguridad, temor, entre otras, pueden estar cubiertas por la máscara del poder y la violencia ante el hecho de haber sido socializados culturalmente con estereotipos como que el hombre tiene que ser valiente y fuerte.

Llorar es imposible, es de mujeres, o se llora con unas copas entre pecho y espalda. Esta situación pasa su factura en la salud mental y emocional como puede ser, entre otras, la presencia de violencia familiar, adicciones y/o depresión. Continuaremos la próxima semana con más información.