Genes, razas y racismo

Raza no es una categoría biológica definida, sino un nivel de clasificación informal y más bien arbitrario.

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Acaba de aparecer en español el libro Una herencia incómoda, del periodista científico inglés Nicholas Wade. ¿Su tesis? Que los estudios de genomas humanos muestran que, conforme los grupos humanos se fueron dispersando geográficamente a partir de nuestro origen en África, fueron acumulando cambios evolutivos que hoy explican la existencia de tres “razas continentales” (blancos, negros, asiáticos).

Wade argumenta que esas diferencias genéticas entre razas explican las características de las diversas culturas (la democracia e innovación occidentales, la sumisión y respeto por la tradición de los orientales, por qué las sociedades árabes tienden al autoritarismo y las africanas a la organización tribal).

Wade pretende reducir no sólo las características raciales, sino la historia humana entera y las peculiaridades de las distintas sociedades, a la influencia de los genes en el comportamiento.

Raza no es una categoría biológica definida, sino un nivel de clasificación informal y más bien arbitrario. La gente como Wade olvida que la idea de “raza” humana no es un concepto biológico, sino social. Su uso tiene graves consecuencias a nivel individual, social y legal.

Presentar los estudios sobre raza como conocimiento científico y pretender justificar con ellos juicios infundados sobre grupos humanos es un típico ejemplo de mala ciencia.

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