El índice de ejecuciones de MILENIO coincide por segundo mes consecutivo con el discurso oficial: la cifra se mueve a la baja. Abril registró menos ejecuciones que marzo, y mayo menos que abril. En efecto, hay un descenso. Quizá sea casual, temporal, gracia divina, pero hay un descenso:

*Marzo 1,048
*Abril 919
*Mayo 902

Pregunté aquí hace un mes, lo repito ahora, si estos números deberían leerse con el ánimo del vaso medio lleno o el vaso medio vacío. A mí me siguen pareciendo terribles. Sé que solo desde la ingenuidad podía apelarse a un freno aparatoso de la locomotora de los muertos, pero sean mil 48 o 902, la cifra ronda las mil ejecuciones mensuales (960 en el promedio de MILENIO). Un horror.

Un horror, porque en el primer semestre de 2007, cuando apenas comenzábamos a interpretar la guerra de Calderón, nos parecía escandalosa la media de 250 ejecuciones al mes.

Con ese promedio cobraron relevancia los recuentos. Ahí fue cuando el asunto se volvió conmoción nacional y algunos comenzamos a preguntarle a Felipe Calderón, ¿cuántos muertos, Presidente?

Propongo, pues, tomar esa cantidad, 250 mensuales, como la frontera, la referencia metodológica para afirmar que México le dio la vuelta a la noche de los cadáveres.

Lo demás es prologar una discusión condenada al vacío con la Secretaría de Gobernación. Ellos dirán que la violencia se atenúa; otros insistiremos que sigue siendo gigantesca.

Regresemos al punto de partida, el primer semestre de 2007. Y de ahí, ojalá, todo se siga moviendo hacia abajo. Rompamos la paradoja del vaso medio lleno y el vaso medio vacío.