La gran señal eterna: una mujer

La conclusión de la tilma de la Vírgen de Guadalupe es sorprendente, pues se ha demostrado que es una imagen hecha por un autor supremo.La autenticidad es manifestar la existencia de Dios.

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“Apareció en el cielo una gran señal: Una mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza” (Ap 12,1) y esa señal se quedó en la tierra, con nosotros, sus hijos y para siempre. Esa señal vino a cambiar la historia de un pueblo y a sus habitantes; esa señal es María, Virgen de Guadalupe, madre de Dios y madre nuestra. 

Como estudiante de medicina me brindo a la ciencia, la cual se conjuga con la religión; en especial con fenómenos milagrosos como lo son las apariciones guadalupanas. Las Matemáticas son la ciencia más exacta y por medio de sus ramas: Aritmética, Geografía, Geometría, Astronomía y Música, expone la perfección de la tilma. La conclusión es sorprendente, pues se ha demostrado que es una imagen no hecha por hombres, por tanto, tiene un autor supremo. Demostrar la autenticidad de la tilma es manifestar la existencia de Dios.

“Todo a Jesús por María y todo a María para Jesús”, decía San Marcelino Champagnat, de quien he aprendido que María es nuestro recurso ordinario, pues ¿qué hijo no le hace caso siempre a su madre? Jesús convirtió el agua en vino debido a que su madre se lo pidió. 

No habría magia en este artículo si no contuviera las palabras exactas que nuestra madre le dijo a San Juan Diego, narradas en el Nican Mopohua: “Escucha bien hijo mío, el más pequeño de todos mis niños, no es nada lo que te espanta, lo que te aflige, si pudieras conocer el don de Dios. ¿No estoy yo aquí que tengo la dicha y el honor de ser tu madre? ¿No estás bajo mi sombra y mi resguardo, en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Qué más puedes querer?”.

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