Hablando se entiende la gente

Toda la vida estamos corriendo, no tenemos tiempo para lograr que nos escuchen y entiendan nuestros hijos, pacientes o compañeros de trabajo.

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Recientemente, en una dinámica de grupo, el coordinador del taller preguntó dónde creen que se encuentra el cuello de botella o el elemento que impide que,  sea cual fuere nuestro proyecto, se pueda ver limitado para alcanzar  objetivos establecidos y bien definidos; mi respuesta inmediata fue “la comunicación”. 

¿Te has dado cuenta cuánto nos aísla la tecnología? Sólo basta ver a una familia que viaja en carretera: el papá maneja y escucha la radio o habla por su iPhone (eso sí con manos libres), la mamá no se despega del celular o de la laptop, y los hijos, jugando con el PSP o viendo una película. En el trabajo no hay tiempo de comunicarse personalmente con los demás porque siempre se está atendiendo el correo electrónico, asistiendo a videoconferencias o hablando por teléfono.

Sólo con estos ejemplos, podemos concluir que  hemos retrocedido cuando de relaciones humanas hablamos. Hasta no hace algunos lustros, era común y casi obligatorio que las familias yucatecas nos reuniéramos los domingos en casa de los padres o abuelos para intercambiar experiencias y fortalecer lazos. Cuando de transmitir conocimientos, la didáctica era piedra angular.

Y si de medicina hablamos, el darnos a entender con un lenguaje coloquial y asequible para los dolientes al momento de atenderlos, explicarles sobre su enfermedad y precisar instrucciones para cumplir su tratamiento, eran un arte. ¿Se acuerdan cómo dábamos los buenos días hasta al “cochero” y brindábamos una sonrisa a quien se atravesara en nuestro camino? Ahora ni saludan a sus jefes, subalternos o iguales.

Actualmente, si tenemos suerte, podremos “charlar” con los hermanos y familia a través del mensaje, WhatsApp o Facebook.

Toda la vida estamos corriendo, no tenemos tiempo para lograr que nos escuchen y entiendan nuestros hijos, pacientes o compañeros de trabajo. Los avisos escolares llegan por internet al igual que las calificaciones. Cuando nuestro paciente nos pregunta o increpa sobre determinada indicación para recobrar la salud, le respondemos: “Está escrito claramente en su hoja de egreso”, o véalo en su receta.

¿Qué está pasando? Se nos está olvidando que la comunicación no sólo es el hecho de que exista un emisor y un receptor, implica sentimientos, lenguaje corporal, tonos de voz, entorno, vivencias, matices y calor de la voz humana. No destruyas uno de los últimos remansos que separan al ser humano de los animales inferiores. Recuerda finalmente que la comunicación debemos usarla como herramienta de construcción para el progreso y  evitar convertirla en vehículo de destrucción con fines de lucro.

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