Hace falta un huevo para tener un pollo

Apoyo ciento por ciento la moción de re-incluir la materia de Civismo en los libros de texto de educación primaria y secundaria...

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Apoyo ciento por ciento la moción de re-incluir la materia de Civismo en los libros de texto de educación primaria y secundaria expresada por el presidente del Instituto Electoral de Quintana Roo, Jorge Manríquez Centeno… si con su investidura de autoridad electoral propone que políticos de todo nivel se instruyan por ley en la materia de Ética antes de competir por un cargo de elección popular.

Cierto, los mexicanos hemos ido perdiendo el sentido de responsabilidad patriótica inmersos en un mundo donde las raíces, costumbres e identidad se diluyen en la llamada globalización. Yo mismo he querido convertirme en un ciudadano del mundo, pero eso no me ha significado olvidar de dónde provengo.

Pero también cuenta la “descredibilidad” que han ido cultivando los políticos, los de ayer y los de hoy. 

Según la perspectiva de las autoridades electorales, o lo que dan a entender en sus declaraciones, el alto abstencionismo registrado nuevamente en las más recientes votaciones está muy vinculado con la pérdida de entusiasmo como mexicanos, como patriotas, y de allí el desinterés ciudadano por hacer valer su derecho a votar. Es probable. Estoy seguro que parte de la culpa es nuestra.

Pero siendo pieza del sistema en el poder es muy sencillo echar la culpa al pueblo, mudo testigo (y lo lamento) de los latrocinios cometidos por gobernantes y funcionarios de todos los niveles, de los manejos de las autoridades en turno para agenciarse recursos y votos aprovechando su mandato, de las trampas y artilugios de los partidos políticos para lograr sus propósitos y todo ese enorme aparato dispuesto con el único fin de mantenerse en la silla.

Me parece que ya no hay servidores públicos. Sólo hay merodeadores esperando la oportunidad de pegarse al erario.

Además, con el respaldo de una creciente cuenta bancaria alimentada con salarios inconcebibles en comparación, ya no con la cantidad de trabajo que desarrollan, sino con el conocimiento y preparación que tristemente exhiben, es muy sencillo culpar de su escaso interés por votar al campesino, al obrero, al empleado comercial, al chofer y hasta el profesionista, que se “parten el lomo” con tal de llevar algo más que frijolitos y tortillas a la mesa familiar.

Coincido, los mexicanos necesitamos recuperar el sentido cívico, pero para alzar la voz conjunta en un ¡ya basta! de atropellos, abusos, farsas y robo de las arcas públicas. Los mexicanos no necesitamos bandidos con nuevos nombres. Necesitamos mexicanos de cepa, de corazón, amantes de esta tierra y con un claro sentido de justicia, de honestidad y respeto, poseedores de ese tamaño de conciencia.

Ética… ahora caigo en la cuenta de que es una cualidad del hombre, no una cuestión de academia. Es intrínseca, innata y ajena al común de nuestros políticos.

Siempre he pensado que el bien y el mal es una medida subjetiva. Por eso hay leyes. Pero en México se legisla para que cumpla el pueblo, no quienes ostentan el poder. El pueblo no elige a sus autoridades. Las designa el gobernante en turno.

No recuerdo quien se alcanzó la puntada de declarar, a manera de justificación por los estratosféricos salarios de los consejeros electorales, que “la democracia tiene un alto costo…” Un servidor apostaría a que lo costoso es el aparato supuestamente defensor de la república, cuyos integrantes trabajan unos meses cada tres años, pero cobran tiempo completo.

Dispendioso resulta mantener a tantas organizaciones políticas, muchas de las cuales sólo aspiran a ese dos por ciento de votación total para seguir recibiendo sus prerrogativas de ley, sin siquiera contar con ideología y convicción partidista.

Sí, considero indispensable que los mexicanos se sientan orgullos de sus orígenes, que se estremezcan al escuchar el Himno Nacional y se planten respetuosos frente a su lábaro patrio. Pero también nos precisa volver a creer en nuestro sistema político, y esa, es su tarea.  

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