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Durante cerca de 15 años he estado involucrado de una u otra forma en temas relacionados con el turismo de naturaleza (ecoturismo, turismo de aventura, turismo rural): trabajando desde el desarrollo de políticas públicas, desde la investigación y la academia, colaborando con organizaciones de la sociedad civil, asesorando comunidades rurales, y en los últimos tiempos, aprendiendo acerca del emprendimiento social; es uno de los temas más apasionantes que conozco.

A nivel global, a partir de la Cumbre de Río de 1992 se dio un impulso importante al turismo de naturaleza al reconocérsele como una estrategia de conservación de la biodiversidad y mejora de la calidad de vida de las comunidades; en México es a partir del año 2000 cuando se potencia el desarrollo de proyectos de estas características, lo que permitió que la oferta creciera de 230 empresas en el año 2000 a 3,163 al 2013, una tasa de crecimiento anual de 98%.

Sin embargo, hay que reconocer que a pesar de que diversas organizaciones han apoyado esta actividad en México, los resultados de este impulso no han sido los esperados. Y comparto dos resultados de investigaciones serias al respecto: el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM concluye en un estudio de 2012 que solamente el 10% de las empresas de turismo de naturaleza en el país tienen características que favorecen su éxito; Por otro lado, el Atlas de Turismo Alternativo de la Península de Yucatán, realizado por el CINVESTAV y la Universidad Autónoma de Yucatán, concluye que de 164 empresas de turismo alternativo social registradas en la región, 48 de ellas (30%) no se encuentran en operación. 

Los principales retos identificados para este segmento por varias investigaciones son: la falta de alineación de estos proyectos con la política turística nacional y estatal (o en muchos casos la misma falta de una política) , el acceso a tecnología, la identificación del potencial de acceso a diferentes mercados, el adecuado desarrollo de productos, la promoción y la comercialización.

Aunque no todo son malas noticias: existen ejemplos interesantes de empresas y redes exitosas de turismo de naturaleza que son económicamente viables y que han logrado a través de esta actividad mejorar su calidad de vida: Expediciones Sierra Norte en Oaxaca, Red Turismo Sustentable en Baja California, Totonal que opera proyectos en diversas partes del país, Community Tours Sian Ka’an en Quintana Roo, Sierra Gorda Ecotours en Querétaro, entre otras. Muchas de ellas, como otras iniciativas que funcionan en México, han sido apoyada por fondos internacionales y nacionales, que han invertido muchos miles e incluso millones de dólares en el país.

Pero, ¿cómo lograr entonces potenciar el desarrollo y replicar de este tipo de proyectos en el país? ¿Cómo hacer que las inversiones en el turismo de naturaleza en México logren mejores resultados? Desde mi punto de vista, a través de alinear los esfuerzos de todas las instituciones que trabajan en este sentido, pero con el liderazgo y la visión de la institución que sabe de turismo, la Secretaría de Turismo Federal y eventualmente, las estatales. 

¿Qué debemos hacer para tener una Política Pública de Turismo de Naturaleza y Biodiversidad en México?

1.    Un reconocimiento y mapeo de las iniciativas existentes.
2.    Una consulta con estas iniciativas sobre las prioridades que deben llevarse a cabo desde SECTUR para consolidar los esfuerzos existentes.
3.    El vínculo de esta Política Pública con la agenda internacional en el tema. 
4.    La reactivación del Grupo Interinstitucional de Turismo de Naturaleza (o similar) con un compromiso de SECTUR de asumir el liderazgo.
5.    El análisis de financiamiento público e internacional para el tema de turismo de naturaleza, y un planteamiento de financiación mediante líneas de acción definidas por SECTUR con base en las necesidades de los actores.
6.    Innovar mediante un fuerte impulso a la creación de empresas sociales.
7.    El desarrollo o adecuación de metodologías para lograr un mejor manejo de visitantes.
8.    El impulso decidido al desarrollo de productos y la promoción y comunicación de este segmento en mercados y ferias especializadas.

¿Y por qué es importante?

Primero, permitiría que México se alineara a los compromisos internacionales de protección de la biodiversidad a través del turismo; segundo, permitiría enfocar esfuerzos para potenciar este segmento en el país, en especial en el tema de la promoción, uno de los grandes pendientes; tercero, abriría oportunidades para más emprendedores sociales que no tan solo generen empleo sino realmente apoyen la conservación y bienestar a través del turismo.

Un esfuerzo al que hay que sumarnos todos.

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