Haciendo visible lo invisible: un recorrido por las sombras de Mérida

La autora de Arquitecturas de lo invisible (2013), Karla Marrufo Huchim, precisa cuáles son esos nuevos hábitos y estilos de vida que surgieron a partir de los escenarios de la Mérida nocturna.

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Arquitecturas de lo invisible (2013) de Karla Marrufo Huchim precisa cuáles son esos nuevos hábitos y estilos de vida que surgieron a partir de los escenarios de la Mérida nocturna.

Las crónicas son un mapa oscuro, lleno de luces que ambientan los pasos de baile, los vicios y las obsesiones arrastradas desde la infancia de quienes son observados y deconstruidos por la autora.

Un ejercicio recíproco en el que Marrufo Huchim va descubriéndose, al igual que entendiendo los sueños y secretos que se manifiestan en esos paraísos de luces: “La idea seminal al escribir sobre ellos era la de mirar al interior de una sociedad que se revela a sí misma en sus formas de divertimento y participa en un ambiente lúdico donde no hay cabida para hacer distinciones entre lo local y lo foráneo.”

La mirada de la cronista se encamina hacia lugares de entretenimiento y diversión, entre los que están sitios como bares, casinos, centros comerciales, antros, table dance y karaoke.

En sus páginas escuchamos las voces eufóricas y los sonidos desaforados de la noche, conducimos el automóvil por calles que recuerdan a “Theres is a light that never goes out” en una versión tropical.

Por ello, cuando Marrufo Huchim rodeaba la glorieta del Burger King confiesa sobre esa noche: “Era una de esas oscuridades contundentes pero afables; imponente, pero dispuesta a albergar en un rincón las luces de carros, neones, velas, faros y toda la fabulosa gama de colores artificiales. Esa es mi luz favorita, la destinada a ocultar, la que juega a ser sombra y fascina con sus ambigüedades”.

Arquitecturas de lo invisible hace visible lo que permanecía invisible, pues al final del prólogo Karla Marrufo Huchim escribe, así como en todo el libro, con un estilo a lo Italo Calvino: 

MÉRIDA, LA INVISIBLE, LA DE YUCATÁN. FEBRERO 2011.

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