Hartos de lo mismo y los mismos

No es un secreto, menos durante un proceso electoral: los partidos políticos, como la Policía y los Ministerios Públicos, obtienen altas calificaciones en corrupción...

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No es un secreto, menos durante un proceso electoral: los partidos políticos, como la Policía y los Ministerios Públicos, obtienen altas calificaciones en corrupción. 

Según la encuesta del INEGI del último trimestre de 2012 (elaborada en el mismo periodo de 2011), casi el 90 por ciento de los mexicanos considera que los partidos la practican. Cifra similar ostentan las otras dos instituciones citadas.

Miembros de las 33 mil familias encuestadas en diversas regiones del país, opinan que sancionar a los servidores públicos corruptos, facilitar la presentación de quejas y denuncias, y reducir los requisitos, son acciones que pueden contribuir a reducir los índices. Ojo, los ciudadanos han presentado las posibles soluciones, no los gobiernos.

Con esa convicción se mueve el precandidato presidencial de Movimiento Ciudadano, Antonio Cervera, quien si bien representa a un partido, es un activista social buscado por esa imagen neutral y comprometida que proyecta, fortalecida por su trabajo para rescatar el centro de Cancún, hoy tema central en espacios académicos, culturales y obviamente políticos.

En tono parecido, y después de realizar ejercicios estadísticos con expertos, Cervera confirma que en Cancún el 82 % rechaza a los partidos y 17 % piensa que hay “buenos y malos”, pero no los acepta. Además, apenas el 1.5 % cree importante que el postulante sea “joven” y un porcentaje también bajo que sea “cercano a la gente”.

Más de la mitad supone importante que sea “honesto, responsable y cumpla”, más en los temas de educación, seguridad y empleos.

Lo anterior explica el altísimo abstencionismo registrado en los últimos tres procesos: en el de 2005 fue del 49 %; en el 2008, de 61 %, y en 2011, 64 %. Es decir, solo votó el 35 % aproximadamente, unas 270 mil electores, pues el padrón supera las 900 mil personas.

Cervera apuesta todo en ese 65 % que no votó, conformado por los desencantados con el sistema, los partidos y sus candidatos.

Es una estrategia similar la desplegada por los candidatos independientes, aunque los cuatro autorizados para competir por las presidencias no cumplen las virtudes que todos quisieran; o sea, no son figuras públicas reconocidas, no representan a la “anticorrupción”, ni son capaces de cambiar el sistema imperante para imponer condiciones de equidad. En definitiva, no son “candidatos del pueblo” que luchan contra la partidocracia.

Los “candados” colocados en las últimas reformas en materia de partidos y asociaciones no procuraron la instalación de un sistema democrático, más bien crearon uno que asemeja a un régimen “partidocrático” con sus respectivos institutos satélites de patente familiar y de control estricto proveniente de la cúspide. Para puntualizarlo: la actual legislación genera vicios de origen como el clientelismo y el mercantilismo. Y sus candidatos responden a ello. Así de simple.

La gente no quiere ya a los partidos tradicionales ni a los candidatos de esos partidos. Es una realidad innegable que debe ser transformada para robustecer la democracia. Esa sí es una tarea justa y necesaria, la cual sería aplaudida en amplios sectores. 

DESORBITADO… 
Se sintieron aludidos con los mensajes en torno a la corrupción, el saqueo descarado, el tráfico de influencias, la imposición y la impunidad. Y respondieron como siempre: desesperados, con mentiras y a escondidas. Son los políticos de siempre, vinculados esta vez con el PRD, quienes están desorientados por los ataques sutiles de Antonio Cervera mediante publicidad inteligente y colocada por táctica en redes sociales, espacio en el que tienen sorprende aceptación.

No se vale. En el terreno de las ideas y el sano debate es donde el político natural debe demostrar de qué está hecho. 

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