Hay de casos a casos

Como si se tratase de un asunto marginal, tan ajeno a nuestras prioridades y exigencias en materia de justicia...

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Como si se tratase de un asunto marginal, tan ajeno a nuestras prioridades y exigencias en materia de justicia, contemplamos la manifestación de no más de 70 chetumaleños que este martes marcharon y acudieron a la Procuraduría de Justicia del Estado a pedir que no caiga en la somnolencia la investigación del homicidio del joven Luis Enrique Us Chan, presuntamente ejecutado por un policía estatal preventivo que logró ampararse para no ser capturado.

Luis Enrique fue acribillado en su humilde vivienda donde logró refugiarse, acompañado por su pareja con tres meses de embarazo y que tiene un proyectil en el brazo derecho. La mujer permanece en estado de shock, y estuvo presente en la marcha efectuada por familiares y amigos del joven etiquetado como pandillero, condición que socialmente lo margina del beneficio de la justicia.

Que cada quien se rasque con sus uñas, sería la descarnada filosofía de los chetumaleños que se concentran en sus prioridades, contemplando glacialmente marchas y demás reclamos por no sentirse agraviados por una justicia que puede defraudar al no ser presionada a nivel colectivo.

A todo esto, contamos con una Comisión Estatal de Derechos Humanos que debe reaccionar sin necesidad de exhortos y consejos, orientando espontáneamente a las familias inmersas en el dolor y el desamparo. Quizá el Ombudsman Enrique Mora Castillo no sea puesto al tanto de tales dramas, o estos sean cosa menor en su escala de prioridades.

También en el Congreso local está vigente –y no precisamente activa – una Comisión de Derechos Humanos, cuyo papel no debe limitarse a lo contemplativo, tendencia de gran parte de las comisiones legislativas que se encuentran muy cómodas en el ocio interminable.

Las tareas complicadas se le siguen acumulando al Procurador Gaspar Armando García Torres, quien ha soportado los vientos más intensos al frente de una de las instituciones más exigidas.

Los baches del nunca acabar

Esta temporada de lluvias sigue alimentando el azote de los baches que adquieren dimensiones de maldición en lo cotidiano, afectando y complicando la vida a cientos de conductores, muchos de ellos con mala fortuna.

Al menos queda la esperanza de su fin, una vez concluida la temporada de lluvias. Pero los encargados de esta labor perpetua deben mejorar los criterios de calidad para que dejen de colocar parches que se diluyente ante el primer beso de la lluvia.

Y pensar que la capital del estado enfrenta muchos problemas que van de lo complejo a lo molesto, comenzando por los acentuados niveles de desempleo, falta de transporte urbano, deficiente combate al dengue y paludismo, basura, proliferación de lotes baldíos…

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