Ideas, creencias e ideales

Un ideal, para que lo sea verdaderamente, debe ser trascendente y constructivo, que dé frutos y abra horizontes.

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La obstinación nos hace incapaces para conectar con los demás, con el contexto y con la demanda del momento.- Xavier Guix, psicólogo 

A lo largo de la vida encontramos personas que defienden con apasionamiento, rayando en la agresividad, una creencia, una causa o un ideal. Esta postura genera conductas de desequilibrio, ofuscamiento e intolerancia y como consecuencia situaciones desagradables y negativas en lo familiar, escolar, deportivo, laboral, provocando enfrentamientos, rechazo, desconfianza, miedo, tensión y violencia. Con el tiempo, impiden el proceso de desarrollo, crecimiento, formación y superación para lograr una personalidad armoniosa y agradable. 

Tener un ideal es muy valioso, da sentido a las diferentes actividades humanas para lograr en buena parte el proyecto de vida. Un ideal, para que lo sea verdaderamente, debe ser trascendente y constructivo, que dé frutos y abra horizontes. Hay que “visualizar” la meta y los objetivos para lograrla e ir superando los contratiempos que encontraremos en el camino. Buscar la cooperación y la sintonía en vez de la confrontación y ruptura. Expresarse y actuar para lograr lo deseado es imprescindible, sin embargo, se pueden evitar los extremos, esforzándonos con valor, rectitud y prudencia siendo razonables, tolerantes y comprensivos.

La actitud obstinada e intransigente sólo da lugar a sinsabores, contratiempos y brechas en donde podría haber entendimiento y hasta alianzas que coadyuvaran al propio ideal. La verdad es que las enemistades y la vida tensa opacan la comunicación, las expectativas y los propósitos personales, dificultando  realizarse positivamente para darle a la existencia un verdadero sentido y trascendencia. Es conveniente aprender a manejar las diversas situaciones sin llegar a extremos.

Lo importante es crear un ambiente que permita e invite al diálogo, al encuentro entre las personas donde cada quien sea valorado, escuchado, respetado y exista la confianza para expresar puntos de vista, los propios ideales y sentimientos. 

Podemos actuar con fe, constancia, tenacidad, esfuerzo y entusiasmo para sacar adelante nuestros ideales y disfrutar las interrelaciones en los diferentes ambientes. Los ideales son faros de luz que iluminan el camino. Son fortaleza y esperanza de la humanidad. El espíritu se alimenta de ideales elevados y sublimes. Necesitamos más que nunca una mente realista, positiva y entusiasta, que use la inteligencia y escuche al corazón.

¡Ánimo!, hay que aprender a vivir.

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