Informe sin proyección

El primer informe de gobierno del alcalde Paul Carrillo de Cáceres no fue distinto a otros, salvo por dos cuestiones: se desmarcó del lugar habitual de su realización...

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El primer informe de gobierno del alcalde Paul Carrillo de Cáceres no fue distinto a otros, salvo por dos cuestiones: se desmarcó del lugar habitual de su realización, la plaza de la Reforma, trasladándolo hacia el Malecón Tajamar, un sitio de paseo y recreación urbana, muy adecuado a su estilo y formación “light” de gobernar, y por otro lado no logró consolidar en ese acto protocolario lo que tampoco ha podido concretar en un año de gobierno: una imagen sólida que lo sitúe como aspirante a la gubernatura de Quintana Roo. 

Se ha dicho por muchos años que la alcaldía de Cancún representa para quienes han tenido la oportunidad de dirigirla, la drástica alternativa de convertirla en trampolín o en tumba política. Así lo entendieron desde un principio los primeros alcaldes de esta ciudad y paradójicamente en cuatro décadas sólo uno ha llegado a la gubernatura del Estado: Mario Villanueva Madrid.  

Muy pronto se reveló que la cárcel también podría ser el destino temporal de quienes, desde la silla presidencial de Cancún, se atrevieran a participar en el morboso jugueteo por la gubernatura. Arturo Contreras Castillo, alcalde interino de Cancún en 1991, fue el primero en saberlo. 

Contreras se convirtió en un fuerte aspirante a la gubernatura para suceder al doctor Miguel Borge Martín –su padrino político- pero no lo logró. Mario Villanueva llegó en 1993 a ser gobernador por el partido hegemónico en Quintana Roo y la primera de sus venganzas desmesuradas la volcó en su oponente de facto.  Arturo Contreras y cinco miembros del gobierno municipal fueron acusados de un presunto desvío millonario de recursos públicos y encarcelados por más de un año.  

Otros que desearon y pelearon por la gubernatura, amparados en la imagen pública como alcaldes de Cancún, lo fueron don Felipe Amaro Santana (1978-1981), Joaquín González Castro (1984-1987) y desde luego Mario Villanueva. Luego vendrían los alcaldes de Cancún surgidos de un partido distinto al PRI.

Juan Ignacio García Zalvidea (2002-2005) terminó en la cárcel tras competir por el PRD en la justa electoral estatal en 2005, perdiendo por menos de veinte mil votos ante el priísta Félix González Canto. El 20 de noviembre del mismo año fue incriminado por un presunto delito de peculado por la cantidad de 125 millones de pesos, pero salió un año y treinta y cuatro días después bajo fianza. En 2010 el perredista Gregorio Sánchez Martínez brincó de la alcaldía de Cancún a la candidatura por la gubernatura, pero fue detenido a un mes de iniciadas la campaña electoral, acusado de delitos contra la salud. 

Ahora, ante la virtual proximidad de las elecciones –primero las federales en 2015 y luego las estatales en 2016- y con el ambiente enrarecido por una anunciada acusación formal iniciada en contra del ex alcalde opositor de Cancún, Julián Ricalde Magaña; los jugadores del ajedrez político prefieren ser muy cautelosos, no pisar en terreno fangoso y no remar contra la corriente. Quizá sea el caso del actual alcalde Paul Carrillo de Cáceres.

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