Inteligencia emocional
Es imprescindible trabajar conscientemente en nuestra autonomía y vivir la interdependencia (todos necesitamos de todos).
¿Quieres algo?, obtenlo. ¿No te es posible?, sustitúyelo. ¿Es insustituible?... ¡Olvídalo!- Jorge Bucay, terapeuta
La empatía, la capacidad de escoger lo mejor aunque cueste más tiempo y esfuerzo, la tolerancia a la frustración, el manejo de las emociones, la automotivación, la habilidad para relacionarnos adecuadamente con los demás y saber afrontar las decepciones, forman la “inteligencia emocional”.
Muchas personas son lumbreras en sus estudios, en sus profesiones, en sus negocios, y sin embargo verdaderas calamidades en sus vidas de pareja, de familia y en sus círculos sociales. No logran relaciones duraderas ya que su afán de dominio, de tener siempre la razón, de sacar ventaja y/o de ser víctimas dan al traste con una sana convivencia.
Aparecen estrategias dolorosas para apaciguar la angustia que las atenaza como:
• El “amor” y la sumisión: si logro que me quieran y soy obediente, estaré protegida.
• El “poder”: si tengo el control y el dominio sobre los demás, no podrán hacerme daño.
• La “fama”: si consigo que me admiren y me aplaudan, estaré fuera de peligro.
• El dinero: si me vuelvo rico, tendré control sobre el mundo y estaré seguro.
• El aislamiento: si soy autosuficiente, no dependeré ni necesitaré de nadie, así seré invulnerable .
Parece que esto acarrea beneficios como éxito, reconocimiento, bienes materiales, etc., más nunca serán suficientes para la anhelada “seguridad”. La angustia y la sensación de vacío persistirán, ya que no es así como se encuentra la satisfacción de vivir en plenitud y armonía. Según Fromm, cuando las personas orientan sus vidas en recibir y no en producir, buscan “auxiliares mágicos”. Sus relaciones son turbulentas y desgarradoras; no se percatan de su insensibilidad, hostilidad y exigencias desproporcionadas.
La vida personal la tenemos que proyectar cada uno con inteligencia emocional. Es imprescindible trabajar conscientemente en nuestra autonomía y vivir la interdependencia (todos necesitamos de todos). Tener un proyecto personal que, con pareja o sin ella, nos satisfaga y nos empeñemos en llevarlo a cabo.
En pocas palabras, hacernos cargo de nuestra propia vida y no esperar que otros la resuelvan. Entonces la vida no será perfecta pero sí satisfactoria y cada día más rica y nutritiva. Estaremos acompañados y gozaremos el doble al compartir con otros sanamente.
¡Ánimo! hay que aprender a vivir.