Isidoro y Yucatán

Este fue un huracán errático, tanto en su movimiento de traslación como en su comportamiento, no nos inquietaba en absoluto, ya que habíamos vivido y sobrevivido al huracán llamado del siglo.

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Retomando el tema de los huracanes, tuvieron que pasar 14 largos años para que los yucatecos nos graduemos en cultura de la prevención; era 2002, un año en que El Niño estaba presente y los pronósticos indicaban una baja temporada de huracanes, algo muy similar a lo que ocurre este 2015. Confiados en que lo peor ya lo habíamos pasado y ya nada nos podría volver a asustar, bajamos la guardia y se nos olvidó que vivimos en una zona afectada por los huracanes, por eso, en el mes de septiembre de 2002, no asombró a nadie la formación del 8° ciclón tropical de la temporada, que llevaba por nombre Isidoro, y menos aún que se perfilaba en un movimiento errático hacia el Canal de Yucatán. Los modelos indicaban que se movería hacia el Golfo de México pasando al norte del Estado, cosa que, como todos sabemos, no ocurrió.

Isidoro, un huracán errático, tanto en su movimiento de traslación como en su comportamiento, no nos inquietaba en absoluto, ya que habíamos vivido y sobrevivido al huracán llamado del siglo y un huracancillo de categoría dos qué más podría hacernos. Mientras avanzaba por el Caribe hacia el Canal de Yucatán, el viernes 20 de septiembre, y las autoridades yucatecas recomendaban estar al pendiente, la población reía y seguía su rutina de siempre. Están exagerando, decían unos; no pasará nada, opinaban otros más confiados.

La noche de ese viernes 20 se dispuso el desalojo de la costa noreste de Yucatán; el sábado 21, al ver que no se estaba cumpliendo el pronóstico de los modelos matemáticos, sino que Isidoro iba a pasar muy cerca de toda la costa norte de Yucatán, la orden de desalojo fue total y mientras en Mérida, demasiado tranquila, la población súper confiada en que se exageraba. Pero vendría la gran sorpresa el domingo 22 de septiembre, una fecha que sería histórica para Yucatán.

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