En el balance sobre estrategia de seguridad presentado el pasado miércoles por el  Gobierno federal -estadísticas de homicidios, capturas de delincuentes y aseguramientos de drogas y armamento- ni por casualidad se mencionó a Yucatán. Pareciera que en esa lucha transexenal contra la delincuencia organizada nuestra entidad es ajena, y qué bueno.

Esta ausencia de la lista es señal de que las autoridades han hecho la tarea, pues, aun sin la existencia de focos rojos, se ha integrado la Policía Estatal Coordinada bajo el mando del secretario de Seguridad Pública, lo que ha permitido resolver en breve tiempo los contados delitos de orden común y federal que se registran.

Además, mientras en otras entidades las carreteras son vigiladas por soldados y/o marinos -un batallón del Ejército reforzará a Nuevo león-, en las de Yucatán hay únicamente presencia de policías, tanto patrullando como en los retenes que, dicho sea de paso, son aceptados de buen agrado por los automovilistas.

Lo lamentable siguen siendo los frecuentes accidentes viales, en los que en gran porcentaje intervienen el alcohol y la falta de precaución, pero esto es responsabilidad nuestra.

Yucatán se mantiene así como un oasis en el escenario de inseguridad que persiste en el país y que no se ve para cuándo cambie, el presidente Peña Nieto pidió un año para percibir resultados en la lucha anticrimen, particularmente en el centro y norte del país. Pero los yucatecos no debemos de bajar la guardia, pues tenemos cerca a Quintana Roo, donde si bien sus índices de delitos van a la baja, no dejan de ser preocupantes.

Ante el panorama de violencia, conflictos magisteriales y grupos civiles armados que viven otros estados, destaca la tranquilidad de nuestra tierra. Aquí trabajamos y realizamos nuestra vida cotidiana con seguridad; se respira una paz que debemos valorar. Conservarla es tarea de todos.