Me quejo, pero lo hago
Los mexicanos no estamos acostumbrados a recibir una orden y ejecutarla sin queja alguna, no nos gusta que se pongan nuevas reglas o límites.
Uno de los grandes problemas que vive hoy México es la manera de pensar de sus nacionales, independientemente de la clase social o de las actividades que realizan. Los mexicanos no estamos acostumbrados a recibir una orden y ejecutarla sin queja alguna, no nos gusta que se pongan nuevas reglas, límites o incluso métodos para llegar a un fin.
Al momento en el que se indica la nueva reglamentación se inicia el camino de quejas y lamentaciones. ¿Por qué a mí/nosotros? ¿Sólo eso?, ¿no les basta con lo que ya hacemos? Pero lo anterior es mera palabrería, porque lo más simpático es que al final todos lo hacen, cumplen y ejecutan la acción.
Esa mentalidad es la que hay que cambiar, si no estás en un puesto o posición de dirección sino en lo contrario, de ejecución, actúa y realiza lo que se te ordene sin quejarte, algún día llegarás a un puesto de dirección. México necesita personas proactivas, positivas que quieran demostrar que sí se puede cambiar.
No podemos exigir cambios políticos, burocráticos, sociales o culturales si nosotros mismos no cambiamos como personas. Este cambio no se trata de una carrera de tiempo, sino de resistencia, ya que el cambio se verá reflejado no en 3 ó 4 años, sino que estamos hablando de un cambio que comenzará a notarse en unos 10 ó 15 años.