A Silvano Aureoles, coordinador de la bancada perredista en la Cámara de Diputados, le parece un caso “para Ripley” el anuncio de que, de aprobarse el dictamen de la Unidad de Fiscalización del IFE, su partido, el del Trabajo y Movimiento Ciudadano puedan ser multados por haber rebasado los topes de gastos de su campaña presidencial.

Es, considera el legislador, como si el mundo estuviera “al revés”.

Tiene toda la razón.

Las cifras a que llegó la instancia fiscalizadora son, efectivamente, difíciles de creer, ya que los partidos de la llamada izquierda serían los únicos que gastaron más (62.7 millones de pesos) de lo que tenían autorizado (336).

El misterio crece al saber que en la campaña de Enrique Peña Nieto se gastó menos (327 millones) del tope y que en la de Josefina Vázquez Mota mucho menos aún (220).

Si algo chueco significaron las tarjetas de Soriana o Monex, los comales “troquelados”, los chivos y los pollitos no parece que costaran gran cosa.

Efectivamente, el asunto es para Ripley, con todo y su frase: “Aunque usted… ¡no lo crea!”.