Jóvenes médicos, alguna vez lo fuimos

Amigo lector, con estos renglones del libro de mi vida quiero invitarte a no perder ese espíritu navideña...

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El año agoniza, y con éste, gran cantidad de proyectos, propuestas no cumplidas y vamos con la esperanza puesta en que el siguiente será mejor, comentaba un joven en etapa de formación en el hospital. Con ese entusiasmo y alegría reflejados en la cara, los jóvenes se ponían de acuerdo para colocar algún motivo navideño y organizar alguna puesta en escena, que  haga sentir a los dolientes ingresados, que la Navidad está por llegar. 

Esta escena me remontó a mis años de formación como médico en CDMX, como parte de mi formación de especialista. Llegaba diciembre y el fantasma de los grandes contrastes se hacía presente y me asaltaba. Para ponerlos en contexto: los aspirantes a la especialidad de Reumatología siempre han sido pocos, de manera que alguna de las dos fechas decembrinas con  seguridad te la pasarías lejos de casa, “brindando” con compañeros de guardia de muchas especialidades. Claro que nunca faltaron durante esos tres años las lágrimas al momento de verse iluminado el espacio cercano al Centro Médico Nacional Siglo XXI, rayando las 12 de la noche.

También atrajo a mi memoria otro pasaje decembrino, cinco años después de mi retorno. Sólo que este último aún me empaña los ojos. Fue el 31 de diciembre de 1995, cuando conviví por última vez con  mi padre; estaba en su cama de la T-1 Mérida, cuando ambos nos abrazábamos y con dificultad me deseaba un feliz 1996. No había terminado de mencionarlo, cuando el firmamento se iluminó con  los fuegos artificiales, de los que nos separaba un ventanal que colindaba con su cama de cirugía. No olvido aún su cara sonriente, con el foco de bombillo a la cabecera, que albergó sus últimos días. Parece ayer, y fui el último en abrazarlo antes de partir.

Amigo lector, con estos renglones del libro de mi vida quiero invitarte a no perder ese espíritu navideño, a sabiendas de que no todo es miel sobre hojuelas. Así como estos futuros médicos se ilusionaron y me remontaron a pasajes muy particulares, que guardo como garbanza de a libra, intenta hacer lo mismo más allá de la adversidad. No importa el sacrificio, si al final ese esfuerzo familiar se traduce en beneficios para la comunidad. No importa qué tan buenas o malas experiencias hayas tenido, este 2017 es tu año de cambio. Actitud renovada, borrón y cuenta nueva es la factura pendiente para el colofón de 2016.

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