Juicio al calderonismo

El PAN podrá señalar a Espino y a Fox como factores de la derrota, cuando la causa fue el despotismo que caracterizó a los años de Calderón.

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El PAN está en el momento más crítico de su historia. Lo que ahora está de por medio no es ganar el poder o cómo defenderse de éste, de lo que se trata hoy es de su supervivencia. La sesión de su consejo nacional se enmarca en la disputa de un calderonismo que se resiste a retirarse no obstante de ser la causa principal de la debacle y los demás, encabezados por el dirigente Madero, quienes pretenden recomponer las cosas, más en una actitud reactiva que con una estrategia de recomposición.

Es increíble que el calderonismo se haya unido en torno al rechazo al Pacto por México. Es una contradicción con lo que se pregonaba cuando estaba en el poder. Además, significaría la continuidad de la influencia política de los poderes fácticos, legado de Felipe Calderón. Queda claro el resentimiento de los calderonistas por lo que el presidente Peña pudo hacer y en lo que ellos fracasaron (acordar constructiva y proactivamente con la oposición). El calderonismo no advierte que si el PAN no participa en el Pacto por México, se dará una coalición natural de gobierno entre el PRI y el PRD, suficiente para lograr las transformaciones estructurales, con legitimidad amplia, además, desastrosa para Acción Nacional.

El fracaso del Pacto por México es el objetivo político de Morena y López Obrador. En otras palabras, la apuesta del calderonismo es absurda y sin rentabilidad alguna. No hay otra cosa que ganar que no sea la satisfacción mezquina de que el fracaso propio se extienda a la Presidencia de Peña Nieto.

El Pacto por México se originó en las negociaciones de Peña Nieto con la izquierda; a Madero y a los priistas tradicionales no les quedó de otra que sumarse. En los días finales del gobierno, Madero buscó al presidente Calderón para informarle sobre el contenido del acuerdo y encaró el desdén, respuesta de un político visceral, quien llevó al país a una guerra sangrienta y a su partido al tercer sitio de las preferencias ciudadanas. Madero tuvo que actuar por cuenta propia, aislado y sin respaldo del grupo de Felipe Calderón.

Esa misma víscera impuesta a la inteligencia y experiencia llevó muy pronto a Felipe Calderón al enfrentamiento con Manuel Espino, dirigente cuando el primero fue candidato, también a agraviar permanentemente a Vicente Fox. Calderón promovió la expulsión de Espino del PAN y a Fox a autoexcluirse y, en su momento, a respaldar al candidato presidencial del PRI. En la evaluación de los daños, el PAN podrá señalar a Espino y a Vicente como factores de la derrota, cuando en realidad su causa está en el despotismo que caracterizó a los años de Calderón.

El PAN deberá pasar a báscula a Calderón y a muchos gobernantes por el abandono del proyecto ético de Gómez Morín. Un ejemplo público irrefutable: Josefina Vázquez Mota como titular de la SEP, con muchas dificultades tuvo que enfrentar al sindicato y a su poderosa líder moral. Calderón no solo debilitó su posición con nombramientos que minaban la autoridad de su colaboradora, sino que al final cedió y la secretaria pasaría a la Cámara de Diputados. A Lujambio le correspondió emprender dos tareas penosas: la de cubrir la corrupción en la organización del bicentenario y la de someterse a las exigencias del gremio. En este caso no hay partido, gobernador o personaje al cual culpar, queda clara la irresponsabilidad y la entrega del Presidente a los factores de poder. Un hombre de significada trayectoria académica y profesional, como Alonso Lujambio, fue llevado por el presidente Calderón a un triste destino, lo mismo que ocurriría con Germán Martínez, César Nava y, recientemente, Ernesto Cordero. Todos ellos personas y políticos de bien, que en el cumplimiento de las instrucciones superiores han quedado muy debajo de lo que son y pueden dar.

Los senadores calderonistas invocan una campaña del gobierno en su contra. Habría que preguntar a Carmen Aristegui, Ramón Alberto Garza, Reporte Índigo, La Jornada, Proceso y a muchos otros más cómo es que le hizo el gobierno para que ellos le hicieran el trabajo sucio, ignoran que puede haber pruebas incriminatorias concluyentes. Para ellos es una respuesta de control de daños a través de la victimización; pretenden ganar impunidad y a la vez culpar al gobierno actual de la corrupción a la que incurrieron cuando estaban en el poder, presionar a Madero para que se retire del Pacto por México y amarrar al PAN a su suerte, sin importarles que revelaciones posteriores serían fatales para el partido.

El Consejo Nacional del PAN puede eludir las causas de la debacle del partido. También puede culpar a sus adversarios por las desgracias propias, la cuestión es que la realidad se impone y problemas que no se encaran no se resuelven. Los hechos prueban la responsabilidad de Felipe Calderón y no solo ello, que sus personeros amenazan continuar dañando al país y al otrora partido gobernante.

Twitter: @berrueto

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