Junior, dictador y, además, de moda

Era fácil darse cuenta de las heridas ajenas que quedan abiertas cuando se sobrevive a una guerra.

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Hace unos días cuando Corea del Norte amenazó con ataques nucleares, recordé cuando vi a través de la televisión cómo Norteamérica bombardeaba Irak. Regresaron a mi mente las historias de un albanés que me narró cómo sobrevivió en Kosovo a finales de los noventas. Era fácil darse cuenta de las heridas ajenas que quedan abiertas cuando se sobrevive a una guerra.

Se vuelve ordinario dormir vestido con jeans y chamarra adentro de un vehículo, abrazado de los documentos más importantes. Así tenía que ser para poder escapar cuando había que hacerlo; pues no se sabía a qué hora caerían las bombas. Así tenía que ser en Kosovo si se quería sobrevivir al fuego de los serbios.

¿Una guerra?, ¿otra?, ¿Corea del Norte?... Lo único que mis ojos conocen de ese país son imágenes fotográficas de miles de soldados, están tan militarizados como empobrecidos. Son una nación que se está muriendo de hambre, su PIB per cápita es de mil 800 dólares por año, mientras que el de Corea del Sur es de 32 mil quinientos dólares. Su PIB anual es de 40 mil millones de dólares y el de Corea del Sur es de un billón 116 mil 300 millones de dólares.

Más preguntas... ¿quién? Kim Jong Un, un fulanito de apenas 30 años, educado en Suiza; enemigo de Occidente pero amigo de Dennis Rodman, fanático de la NBA y de los tenis Nike. Un junior dictador al que le fue heredada la responsabilidad de dirigir a un país comunista fundado por su abuelo.

A pesar de las hostilidades, lo violento de su discurso y de la amenaza tan directa de lanzar armas nucleares directamente en contra de Estados Unidos y Corea del Sur, hay quienes creen que esto podría ser un teatro, un mero guión antagónico que pueda callar a quienes tienen dudas de sus capacidades como líder.

¿Será que toda esta hostilidad es un esfuerzo por hacerlo ver como un verdadero líder en terrenos rudos? No tengo la respuesta, quisiera pensar que las amenazas del joven son un capricho para ponerse en el ojo mediático, reforzar su posición y ponerse de moda; porque estoy segura de que cuando un junior menciona “guerra”, no sabe de lo que está hablando. Vaya estrategia, ¿no?.

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