Leía ayer la edición electrónica de la revista “Laberinto” que emite semanalmente MILENIO Diario ( y se puede consultar en www.milenio.com). La portada y sus páginas centrales se las dedica a la película “Heli”, del realizador mexicano Amat Escalante, ganadora en el Festival de Cannes de este año con el premio a Mejor Dirección.

La cinta, grabada en Guanajuato, se destaca por su alto contenido de violencia (según la crítica especializada europea y gringa, porque en el país y en el Estado se va a estrenar apenas el día 9), buscando retratar la dura situación que se vive actualmente en México.

Aunque no quiero hablar de la realización, ni de su historia, sí me interesa la reflexión y el debate filosófico que genera el cine (bueno algunas películas, en su mayoría no comerciales), de sus efectos en el público y del abordaje de la pérdida de la identidad del mexicano, ya no tanto por el descuido de las autoridades por fomentarla, sino por la decepción o el desencanto que muchas personas viven en México. 

Para entender más qué es el concepto de identidad, es lo que puede responder a las preguntas: ¿quiénes somos?, ¿qué somos?, ¿de dónde somos?, ¿qué hacemos?

León Krauze explicaba en su colaboración del sábado pasado, en su espacio de opinión nacional, con respecto a las audiencias en Estados Unidos, la asimilación cultural que se ha dado en los jóvenes hijos de inmigrantes en aquel país (los llama productos del mestizaje social y cultural), ya que prefieren de plano ver la televisión norteamericana (HBO mencionan) y que a diferencia de tiempos pasados cuando la tendencia era ir, trabajar duro para juntar unos dólares y regresar para poner un negocio en este país (inmigración circular), los compatriotas prefieren quedarse (además del endurecimiento de la vigilancia en la frontera y con las deportaciones) y vivir el sueño americano.