Como no hacen caso, por eso les pasa lo que les pasa. Tengo años diciéndole al honorable Congreso de la Unión, a funcionarios y a las llamadas cacas grandes en general, como se les conoce entre el lumpen proletariado resentido, parrandero y jugador, que amarren a sus juniors en éxtasis a riesgo de terminar, como ya ha sucedido, en situaciones no solo enojosas y embarazosas, sino hasta de despido al estilo #DaddyProfeco.

Afortunadamente, luego de una interminable lista de historias de la Loca Academia de Ninis Bien, alguien hizo lo correcto, sobre todo para no perder la chamba. El procurador Murillo Karam no fingió demencia respecto a la historia de su nieto golpeador de mujeres y, seguro en un acto de autosalvación, lo obligó a presentarse ante las autoridades aunque no hubiera propiamente una denuncia de parte de la víctima, hija del director del Cisen.

Aunque es injusto que los padres y abuelos paguen por los actos turbios y atorrantes del orgullo de su nepotismo (¡qué tiempos aquellos en que los hijos de Zedillo podían mandar a madrear al equipo de la banda U2!), esta juventud anda tan desacarrilada que tienen que pagar justos por pecadores. Claro, los justos no tuvieron el buen tino de llevar a sus bodoques a una terapia donde les quitaran la costumbre de sentirse eternos niños mimados.

Eso sí, si me dieran a elegir entre enfrentarme a Gerardo Saade Murillo y el alcalde de Zapopan, Héctor Robles, que arregla los problemas sociales agarrando a macanazos a los jóvenes, preferiría al segundo. Digo, el primero se mete a tu casa y te agarra dormido.

Lo que vale la pena destacar es el gran trabajo de la procu de Morelos para que la víctima recurriera al Facebook para denunciar.

Claro, hay quienes quieren ser juniors de la onda geriátrica, como el ex ministro Góngora Pimentel y el ex góber tabasqueño. Ahora se encontraron millones de pesos de Granier en cajas de huevo Bachoco. Muchos se indignaron, pero seguro que en cualquier momento lo iba a repartir entre la gente buena. Y qué decir del ministro, que metió al tambo a su ex esposa dejando a los hijos, además autistas, en el desamparo. Si me hubieran hecho caso y les hubieran aplicado a tiempo el tratamiento Ludovico les habríamos quitado a esta raza infame esa maldita “intolerancia a la frustración”.

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