La buena vecindad

Ignorada durante muchos años en su complejidad sociocultural, económica y geopolítica, la franja sur del país ha adquirido de manera reciente una atención especial...

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Ignorada durante muchos años en su complejidad sociocultural, económica y geopolítica, la franja sur del país ha adquirido de manera reciente una atención especial. El plan Frontera Sur, el caso de los niños migrantes o la posible dificultad en la relación con Estados Unidos por la victoria de Donald Trump, son pruebas de ese interés creciente por los territorios al sur del Río Hondo. 

Por ello, Quintana Roo pudiera alzarse como protagonista en esta nueva correlación de fuerzas, motivada por el cambio en la política exterior de algunas naciones de la región, donde sus autoridades optarían por explotar lo común e inmediato. Así, México voltearía con mayor ímpetu hacia el sur, una zona otrora de influencia.

Hace unos días, en el marco del 2º Seminario Binacional de Cooperación en Educación e Investigación México-Belice, organizado por la Embajada de México en ese país, la Universidad de Quintana Roo, la Universidad de Belice y El Colegio de la Frontera Sur, se insistió en el concepto “buena vecindad” para explicar este panorama.

“La buena vecindad debe ser cotidiana para compartirnos y entendernos mucho mejor, no sólo en economía, educación o investigación, sino debe llegar a ser más personal, ya que tenemos muchos años de historia, de buenas relaciones, de parentesco; por lo que ayudarnos entre familias, es necesario para sobrevivir y enfrentar lo que depara el futuro”, fue una de las reflexiones finales.

Para académicos e intelectuales ambos deben hallar en los jóvenes y en las universidades la fortaleza para resolver de mejor manera los retos de hoy y del mañana. Eso implica, por supuesto, fortalecer los ámbitos comerciales, turísticos, de seguridad y otros, con el objetivo de promover el entendimiento binacional.

Los vínculos de México con la Unión Americana son innegables. Aunque en definitiva no se propone reemplazar, sino reencontrar una ruta olvidada, tan cercana y afín, por donde pudieran transitar con éxito actores relevantes de nuestro estado y de todo el país, principalmente del sureste.

Es una oportunidad en un momento de incertidumbres por lo ocurrido con el vecino del norte, por lo que dichos planes deben encontrar apoyo en todos los sectores en condiciones de apuntalar esta relación histórica basada en una vocación compartida hacia el Caribe y Centroamérica, hoy con retos similares.

El embajador de México en Belice, Carlos Quesnel Meléndez, refirió el éxito del primer encuentro que tuvo lugar en Belice en marzo de 2016; desde entonces, los acercamientos han sido paulatinos, pero tibios aún. 

Un sentir coincidente tiene Wilfred Peter Elrington, ministro beliceño de Asuntos Exteriores, quien prefirió destacar la relevancia de que “la vecindad sea la base para que dos pueblos que comparten historias, lazos consanguíneos y muchos rasgos comunes, progresen en una época de dificultades”.

De entrada, serviría robustecer la seguridad en los límites fronterizos, vigorizar la dinámica comercial en la zona libre, procurar un flujo poblacional ordenado en lo cotidiano o activar circuitos turísticos en las demarcaciones próximas. Es decir, empezar por lo básico, proyectando lo mejor.

Desorbitado

Ayer abundó información acerca de la relación del presidente electo de Estados Unidos con Quintana Roo, específicamente con Cozumel. A juzgar por tuits del magnate neoyorkino, poco o nadie quiere saber del estado, donde supuestamente lo estafaron.

Como era de esperarse, la difusión de esas noticias provocó reacciones de lectores locales, quienes prefieren tener lejos al mandatario y no metido en estas tierras por sus dichos contra mexicanos, mujeres y grupos religiosos.

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