La crisis de los partidos políticos

Definidos los candidatos de casi todos los partidos y las reglas del juego electoral en marcha, han aparecido en redes sociales grupos que promueven el voto en blanco...

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Definidos los candidatos de casi todos los partidos y las reglas del juego electoral en marcha, han aparecido en redes sociales grupos que promueven el voto en blanco, el voto nulo y el abstencionismo. Lo peor es que no proponen posibles soluciones a la crisis de credibilidad sufrida por institutos políticos y sus representantes. Esa poca confianza, aseguran integrantes de estos movimientos, se traduce en “crisis de gobernabilidad”.

La gente está desencantada, aunque esa apatía no es nueva. Desde hace años los miembros de los partidos y las autoridades gozan de poca credibilidad. Están, eso sí, peor que nunca. Según encuestas recientes de los periódicos Reforma y El Financiero acerca de la elección intermedia del 7 de junio, todos cayeron, excepto el Verde Ecologista, el cual podría obtener hasta 11 por ciento de los votos, cifra superior a la que alcanzaría Morena, convirtiéndola así en la tercera fuerza nacional, después de su aliado el PRI, y del PAN.  

De acuerdo con estas mismas publicaciones, la caída más estrepitosa la padece el PRI, aun cuando es relativamente ajena a sus normas y procedimientos; es de decir, relacionada más con las polémicas en torno a las autoridades federales, empezando por el Presidente. Según Reforma, mientras el PRI cayó de 40 a 30 por ciento entre agosto y diciembre pasado, el PVEM subió de 5 a 11 por ciento, más del doble en apenas cuatro meses; esto último, gracias a la estrategia de “El Verde sí cumple” en temas sensibles para la población, como cuotas voluntarias en escuelas, contaminación, secuestro, maltrato animal y otros, han explicado. 

Si esto es verdad y el PRI lo ha hecho mal, los otros peor. La oposición está en añicos por pleitos internos, por la carencia de talentos y por la ausencia de los liderazgos que alguna vez tuvo, por ejemplo, el PRD, hoy sumido en caos. Ni el Sol Azteca ni el PAN representan en Quintana Roo lo que fueron en 2010, cuando ganaron en cinco de los nueve municipios y una buena parte de las diputaciones. 

Los otros partidos en competencia se juegan la vida. La tienen difícil, pues los ciudadanos ni siquiera identifican sus nombres. Con un minoritario respaldo, ansían alcanzar los votos suficientes que les permitan mantenerse. Si no logran penetrar, desaparecen. Así de simple.

Según una encuesta de El Universal anterior a las ya citadas, Humanista y Encuentro Social no alcanzarían el 3 por ciento de los sufragios que exige la ley para conservar su registro. Lo mismo ocurriría con Nueva Alianza, Movimiento Ciudadano y el del Trabajo. 

Analizados en perspectiva, estos datos estadísticos explican la poca confianza en los partidos y, por ende, en sus candidatos. 

Algunos de estos últimos partidos representaron alguna vez la alternativa, la posible solución, pero tampoco consolidaron sus proyectos. Lo mismo ha ocurrido con los candidatos ciudadanos o independientes, quienes son perfectos desconocidos para la mayoría. Peor aun, estos han terminado favoreciendo a los mejor posicionados, haciendo campaña por uno de los que han tenido posibilidad de ganar. En la práctica, han traicionado la causa ciudadana.

Por estos días comienzan a llenarse de propaganda algunos espacios, donde se presumen “logros” y presentan supuestos proyectos de transformación. Lo peor, no solo es que los ciudadanos de todas las edades estén desencantados, sino también desinteresados en todo ello, y a quienes les “importa”, están criticando sin proponer el aparente derroche y el engaño de los que son “víctimas”. 

Esta misma realidad en el Estado se traslada al ámbito nacional, que es el peor riesgo para la democracia. Se elegirán a 2 mil159 nuevos gobernantes, muchos de los cuales –se puede apostar– gozarán de una escasa confianza. 

Si creemos en los números expuestos, la mala noticia para los críticos es que seguirían gobernando los mismos a quienes apalean en las redes.

A poco más de 100 días de la jornada comicial dudo que este panorama desalentador se revierta. Entonces, un verdadero cambio seguirá en espera.

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