La fuerza del más débil

Las víctimas de una tragedia ganan la simpatía del público sin que éste sepa a ciencia cierta las razones que las colocaron en tal situación, en parte, gracias a la indolencia del “gran público"...

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Las víctimas de una tragedia ganan la simpatía del público sin que éste sepa a ciencia cierta las razones que las colocaron en tal situación, en parte, gracias a la indolencia del “gran público” por pensar más allá de los límites que el caso les presenta, y el miedo a enfrentar una realidad que no sea agradable. 

En las redes sociales cunde el pánico por aceptar que el mundo no es blanco y negro, ejemplo perfecto de esta situación, es el clamor mundial tras el referendo llevado a cabo el fin de semana pasado en Grecia. En una “zambullida” por la web, claramente destaca que los helenos se ganaron la simpatía de los usuarios por su voto a favor del “No” al programa de rescate ofrecido por sus socios europeos; otros incluso, retoman el glorioso pasado de Atenas y la democracia, afirmando que la posición de electores es un “ejemplo para el mundo”.  La gran pregunta a todo esto es cómo es posible que, de la noche a la mañana, los griegos se hayan convertido en los trágicos héroes del “ciberespacio”, a pesar de que internet documenta y explica claramente que, como sociedad, son tan culpables como sus acreedores. 

Casi podríamos llamar a esto un caso de mercadología, pues sin necesidad de un asesor de imagen, el pueblo heleno tiene en el bolsillo a los usuarios de las redes sociales, a pesar de que, en teoría, estos tienen al alcance de un “tweet” información sobre las razones de la crisis financiera de aquél país, y en el caso mexicano, las suficientes analogías sobre corrupción y malas prácticas, como para ponerse el saco de los griegos. 

Estos nos plantea una máxima muy propia de internet: la verdad es maleable. En el mundo virtual, la información es tan amplia, que no hay usuario capaz de alcanzarla a plenitud, por lo que se hace necesario apropiarse de un aspecto y moldearlo hasta convertirlo en el tabú de nuestras publicaciones y posición ante nuestros “followers”, aún a riesgo de ser desmentido cuando la realidad se presente con su crudeza, la indiferencia de la inacción o una nueva causa a defender, como ocurrió con #YoSoy132 o #JeSuisCharlie. 

¿Cuánto tiempo le quedará a los griegos en las redes sociales? El que necesiten para alcanzar un enésimo acuerdo con la Unión Europea, que ponga por tierra su negativa ante el peso de su realidad, esa que las redes sociales no están deseosas por descubrir. 

Los “hackers” “hackeados” 

Las filtraciones sobre los países que (oficialmente) usan los sistemas de la empresa italiana Hacking Team para sus esquemas de vigilancia policíaca y de seguridad nacional, han creado gran revuelo entre los “usuarios duros” en redes sociales. 

Sobre este espinoso tema se puede escribir con sobrada y real indignación, pues la asociación “Reporteros sin fronteras” ha denunciado que los programas y métodos de los italianos son invasivos y violatorios de los derechos humanos y digitales.  Sin embargo, lo que “salta” a la vista, más allá de los recursos que se emplearon y en los que México está en primer lugar, son los clientes de Hacking Team: aparte de las instancias propias y relativas a la seguridad nacional como la Procuraduría General de la República y la Secretaría de Gobernación, se encuentran los gobiernos estatales de Querétaro, Puebla, Campeche y Yucatán, entre otros. 

Hasta ahora, el reclamo en las redes sociales no ha llegado al “gran público” porque las filtraciones no dan aún mayores detalles sobre el uso que estas instancias hacen con los sistemas de vigilancia. Incluso, en los sitios donde esta noticia ha sido destacada, se matiza las consecuencias con los vocablos “pudiera”, “sospecha” o “habría”, pues para que el “usuario de pie” reaccione con indignación y cree “hashtags”, necesita de algo más sustancioso que una lista de clientes y dinero; armas que no se descarta salgan a la luz.  

Pero antes de entrar en el remolino de las conspiraciones y encajar piezas en el rompecabezas del espionaje, cabría que el usuario y nosotros mismos consideremos una pregunta que nos pondría en el mismo escenario de los griegos: ¿no fuimos nosotros los que “pedimos” el empleo de estas medidas invasivas? La lucha que la autoridad debe dar contra las redes del narcotráfico, trata de personas y pornografía infantil, requiere de medidas draconianas que, queramos aceptarlo o no, estamos muy dispuestos a aplaudir… pero en privado, nunca en nuestras redes sociales. 

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