El ruidal del caso Cassez ocultó la gran canallada de la semana: la puesta en circulación, sin contrapeso crítico ninguno, de una declaración de Noé Robles Hernández, procesado por el secuestro y asesinato de Fernando Martí en 2008.

Según esto, Noé no hizo nada, pues todo fue un montaje de la perversa policía de Genaro García Luna, que incluso lo forzó a recibir cuatro veces en prisión la visita del padre de la víctima, Alejandro Martí.

“Una nota muy malintencionada, donde nada está comprobado”, me dice Alejandro. “En cambio, lo que este mismo muchacho ha declarado cinco o seis veces sobre la banda está comprobado: el número de personas de la banda, 23, y cómo cada uno cuando fue detenido fue echándole la culpa a los otros”.

Martí describe, extensamente, declaraciones cruzadas en las que todos, Noé incluido, reconocían a la banda; los celulares con los números, mensajes y apodos de la mayoría, en fin.

“Lo fui a ver cuatro veces”, detalla. “Está perfectamente asentado en el penal del Altiplano que él pidió verme, porque me quería explicar cosas. Me contó cómo asesinaban, la droga que usaban, quién hacía qué. En las cuatro ocasiones obtuve la misma versión. Todo está grabado y por escrito. Tenía un odio tremendo, porque se sentía el segundo de la banda y se dio cuenta que no. Este muchacho es un drogadicto criminal. Y muy tonto. Me dijo que le pidiera a la autoridad de la cárcel que lo sacaran de ahí, porque estaba amenazado de muerte. Y que si no lo ayudaba, lo iban a matar o iba a tener que declarar en contra, porque un abogado de los que lo amenazaban le pidió que se retractara de lo que me había dicho”.

La gran canallada de la semana.